Estados Unidos reduce aranceles a autos mexicanos

Estados Unidos oficializó la reducción del arancel promedio aplicado a los autos fabricados en México, pasando del 25 % al 15 %, siempre que cumplan con los requisitos de origen establecidos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
La medida fue publicada este martes en el Federal Register, el diario oficial del gobierno estadounidense, y tendrá carácter retroactivo a partir del 3 de abril de 2025.
La decisión forma parte de una serie de ajustes unilaterales adoptados por el gobierno estadounidense tras la proclamación firmada por el expresidente Donald Trump, que impuso aranceles del 25 % a determinadas importaciones de automóviles y autopartes, argumentando razones de seguridad nacional.
En este contexto, se establecieron excepciones limitadas: México y Canadá podrán acceder a un “arancel de descuento” del 15 % para autos que cumplan con las reglas de origen del T-MEC, mientras que el Reino Unido contará con un cupo anual de 100,000 unidades sujetas a un arancel del 10 %.
De acuerdo con Marcelo Ebrard, secretario de Economía, este beneficio permitirá que los vehículos ensamblados en México y exportados a Estados Unidos accedan a un ahorro significativo si cumplen con el contenido regional exigido.
La medida busca incentivar el cumplimiento del T-MEC, particularmente en lo relativo al contenido mínimo de insumos norteamericanos. En 2024, Estados Unidos importó cerca de 8.1 millones de automóviles con un valor total aproximado de 248,800 millones de dólares. De ese total, alrededor del 46 % fueron declarados elegibles para las preferencias del T-MEC.
México destacó como el principal proveedor entre los países socios, con 2.66 millones de autos exportados al mercado estadounidense, lo que refleja su relevancia dentro del sector automotriz de Norteamérica.
Esta reducción arancelaria pone de relieve varias fortalezas estructurales de la industria mexicana: una red consolidada de plantas ensambladoras, un entorno regulatorio alineado con el T-MEC, y una fuerza laboral altamente calificada en manufactura automotriz.
Además, México cuenta con una posición geográfica privilegiada y una infraestructura logística que permite cumplir con los tiempos y costos exigidos por las cadenas de suministro regionales. A esto se suma el interés de múltiples fabricantes por ampliar sus operaciones en el país, impulsados por las nuevas condiciones del nearshoring y la relocalización de producción hacia América del Norte.
La oportunidad es evidente: acceder al mercado estadounidense con mejores condiciones que otros competidores globales, reforzar la confianza de los inversionistas en la estabilidad comercial del país y consolidar a México como un nodo clave en la industria automotriz del futuro. Las armadoras con operaciones en territorio nacional podrían aprovechar este entorno para atraer nuevos proyectos, lanzar modelos eléctricos con contenido regional y profundizar su relación con proveedores locales.
Sin embargo, también existen debilidades que podrían limitar el alcance de este beneficio. A pesar de la capacidad instalada, México enfrenta desafíos en materia de cumplimiento estricto de las reglas de origen, especialmente en segmentos que dependen de componentes importados de Asia o Europa.
La transición hacia una cadena de suministro totalmente integrada en la región aún requiere inversiones en tecnología, certificación y desarrollo de proveedores. Además, el país sigue expuesto a incertidumbres externas, como cambios en la política comercial de Estados Unidos, tensiones geopolíticas o reconfiguraciones internas en las grandes marcas automotrices.
Aun así, esta decisión confirma que México mantiene ventajas comparativas claras y una posición estratégica dentro del ecosistema automotriz regional. Con disciplina regulatoria, visión de largo plazo e inversión en capacidades productivas, el país puede transformar este escenario en una plataforma de crecimiento sostenido.
Colaboración: Editorial Auge.