Autopartes mexicanas ganan ventaja en el mercado estadounidense

Las autopartes originarias de México y Canadá gozarán de una mayor ventaja competitiva en el mercado estadounidense tras la reciente proclamación firmada por Donald Trump, la cual reafirma la exención arancelaria para estos productos siempre que cumplan con las reglas de origen del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

La medida confirma que las autopartes provenientes de México y Canadá no estarán sujetas al arancel automotriz universal de 25 % impuesto a productos similares procedentes del resto del mundo. Esta exención aplica exclusivamente a los productos que cumplan con los requisitos de contenido regional establecidos por el T-MEC. 

Por el contrario, las piezas importadas de países fuera del tratado, como China o Alemania, sí deberán pagar dicho arancel al ingresar al mercado estadounidense.

Sin embargo, esta ventaja no exime completamente a los productos regionales de otros cargos. A pesar de estar protegidas del arancel automotriz bajo la sección 232 de la legislación estadounidense, las autopartes mexicanas y canadienses seguirán siendo alcanzadas por el arancel adicional de 25 % sobre productos de acero y aluminio también impuesto bajo dicha sección. Es decir, aunque se reduzca la carga fiscal para los componentes en general, el uso de metales aún genera un impacto adicional en los costos de exportación.

En palabras del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, se trata de un marco regulatorio técnico y complejo, pero claramente favorable para los exportadores de la región. “Ya se hace referencia a las autopartes y componentes del T-MEC. Quiere decir que van a tener un trato similar al que tienen las partes o componentes de los Estados Unidos”, explicó.

Para México, esta disposición fortalece su papel estratégico como proveedor confiable dentro de la cadena automotriz de América del Norte. La ubicación geográfica, la infraestructura industrial consolidada, la experiencia técnica del sector y el respaldo del T-MEC permiten a las empresas mexicanas competir en condiciones preferenciales frente a otros actores globales.

Además, el entorno actual representa una oportunidad para captar nuevas inversiones que busquen establecer operaciones dentro de la región para evitar los aranceles impuestos a terceros países. Esto podría traducirse en mayor generación de empleos, incremento de exportaciones y fortalecimiento del tejido industrial nacional.

No obstante, el régimen técnico y diferenciado de aranceles también implica retos. La dependencia del acero y del aluminio importado, particularmente cuando no cumple con los requisitos de origen del tratado, sigue siendo una debilidad que impacta directamente en los márgenes operativos de los exportadores. Además, la aplicación simultánea de distintos regímenes arancelarios puede generar incertidumbre operativa y elevar los costos de cumplimiento regulatorio. Esta complejidad puede representar una amenaza si no se atiende con una estrategia clara de adaptación comercial y fortalecimiento de la proveeduría nacional.

En un entorno de creciente competencia internacional, donde países como China buscan mantenerse presentes mediante precios bajos, la estabilidad y claridad en las reglas del T-MEC ofrecen una plataforma sólida para que México consolide su liderazgo regional. El reto será mantener la consistencia en la política industrial, fomentar el desarrollo de proveedores locales y asegurar que las ventajas arancelarias se traduzcan en beneficios tangibles para toda la cadena de valor automotriz nacional.

Colaboración: Editorial Auge.

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