Oro y plata brillan ante debilidad económica en Estados Unidos
El oro subió 2% mientras el dólar más débil y las tensiones geopolíticas fortalecieron la demanda de activos refugio.
El oro volvió a brillar como si el reloj económico global se hubiera detenido por un instante. En medio de la incertidumbre que rodea a los mercados, el metal precioso escaló a su nivel más alto en dos semanas el lunes 10 de noviembre, impulsado por la expectativa de que la Reserva Federal podría recortar las tasas de interés en su próxima reunión. La escena, marcada por un dólar debilitado y un sentimiento creciente de cautela, volvió a colocar al oro en el centro de atención de los inversionistas que buscan refugio en tiempos de duda.
El oro al contado avanzó 2%, hasta los 4,078.45 dólares por onza, mientras que los futuros para entrega en diciembre subieron 1.9%, a 4,087.1 dólares. La caída de 0.1% del índice dólar facilitó las compras internacionales, haciendo más atractivo el metal en los portafolios globales. El repunte no ocurrió en el vacío. Los últimos datos de empleo en Estados Unidos mostraron pérdidas en los sectores gubernamental y minorista, y la confianza del consumidor se hundió a su nivel más bajo en casi tres años y medio, golpeada por el prolongado cierre del Gobierno federal y la creciente percepción de desaceleración.
En este escenario de debilidad económica, los inversionistas están leyendo entre líneas.
El oro se convierte nuevamente en una especie de termómetro que anticipa los cambios de humor de los mercados y las reacciones de los bancos centrales.
Una Fed más flexible implicaría tasas más bajas y, por tanto, un entorno más propicio para los activos reales. Al mismo tiempo, la guerra comercial y las tensiones geopolíticas siguen actuando como un recordatorio de que la estabilidad global pende de un hilo.
La reacción se sintió también en otros metales preciosos. La plata al contado repuntó 3.1%, a 49.79 dólares por onza, alcanzando su máximo desde el 21 de octubre. El platino subió 1.6%, a 1,570.15 dólares, y el paladio ganó 1.4%, a 1,399.93 dólares. El apetito por los refugios financieros ha regresado, pero esta vez el mapa de oportunidades luce distinto, especialmente para México.
El país, uno de los mayores productores de plata del mundo y con una industria aurífera en expansión, tiene ante sí una coyuntura que combina oportunidad y desafío. Los precios elevados fortalecen los ingresos mineros, atraen inversión extranjera y refuerzan la balanza comercial. Sin embargo, las fortalezas naturales del sector conviven con debilidades persistentes: altos costos energéticos, inseguridad en zonas mineras, trámites ambientales lentos y una regulación que aún genera incertidumbre entre los inversionistas.
Si México logra aprovechar esta ola dorada, podría convertir el repunte global en un impulso de competitividad. Las condiciones internacionales favorecen la atracción de capital hacia la minería, y la depreciación del dólar puede estimular exportaciones y abrir espacio a nuevos instrumentos financieros vinculados a metales preciosos en el mercado local. No obstante, la volatilidad no da tregua. Un recorte de tasas demasiado agresivo podría fortalecer el peso y reducir los márgenes de exportación, mientras que un giro repentino en la política monetaria estadounidense o un repunte del crecimiento global podría enfriar el entusiasmo por el oro.
La historia de los metales preciosos siempre ha sido la de los ciclos: auge, ajuste, resurgimiento. Hoy, con el oro tocando máximos y la plata brillando con fuerza, México tiene ante sí la oportunidad de escribir su propio capítulo en este nuevo ciclo. Si logra combinar estabilidad regulatoria, seguridad operativa y visión de largo plazo, el país podría no solo aprovechar el momento, sino también consolidar su lugar en el tablero global de los metales. En tiempos en que el oro vuelve a hablar el lenguaje de la confianza, la verdadera apuesta es saber escucharlo.
Colaboración: Editorial Auge.