México comienza su camino como líder de manufactura

El reacomodo global de la manufactura y el auge del nearshoring colocan a México en una posición estratégica para convertirse en un polo industrial de alcance global.

En México, los parques industriales no descansan. Entre naves recién levantadas, camiones que van y vienen y el zumbido constante de maquinaria, se percibe el pulso de un país que comienza a reescribir su papel en la economía global. No es casualidad. La ola del nearshoring y la reconfiguración de las cadenas de suministro están convirtiendo a México en el nuevo epicentro manufacturero del continente, una transformación que promete redefinir el mapa industrial.

Fibra Uno, el fideicomiso de inversión en bienes raíces más grande de América Latina, ve en esta coyuntura una oportunidad histórica. Sus directivos aseguran que el país se encuentra en una posición privilegiada dentro del reacomodo global de la manufactura. Con los costos crecientes en Asia y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las empresas están acercando su producción a los grandes mercados de consumo. En ese tablero, México es el jugador que más terreno está ganando. “Si no somos los más beneficiados, seremos los menos afectados”, afirmó la firma, convencida de que el país está entrando en una etapa sin precedentes de expansión industrial.

Las fortalezas estructurales se combinan con un momento político y económico propicio que impulsa una integración más profunda entre México, Estados Unidos y Canadá. Esa cercanía no solo reduce tiempos y costos, también crea una cadena de suministro regional más resiliente en un entorno cada vez menos globalizado.

El dinamismo del mercado inmobiliario industrial refleja esta tendencia. Fibra Uno reportó una ocupación total del 95 por ciento en su portafolio y del 97.4 por ciento en el segmento industrial. La demanda de espacios para manufactura y logística sigue al alza, impulsada por compañías que buscan instalar plantas, centros de distribución y operaciones de ensamblaje más cerca de su mercado principal. El fideicomiso planea ampliar su capacidad para recibir nuevos inquilinos de sectores como el automotriz, electrónico y logístico, convencido de que el auge apenas comienza.

Sin embargo, el crecimiento trae consigo desafíos. México enfrenta debilidades estructurales que podrían limitar su potencial si no se atienden con rapidez. La infraestructura carretera, portuaria y energética se perfila insuficiente ante el volumen de inversiones esperadas. “La infraestructura que tenemos nos va a quedar chica para la oportunidad que viene”, advierten desde Fibra Uno. La falta de energía eléctrica suficiente, los cuellos de botella logísticos y la necesidad de mejorar la seguridad en ciertas regiones son tareas pendientes que determinarán si el país logra consolidar su ventaja competitiva.

Aun así, las oportunidades superan los riesgos. La regionalización productiva abre la puerta para que México fortalezca su base industrial, diversifique sus exportaciones y capte inversiones en sectores de alto valor agregado como semiconductores, electromovilidad y tecnologías limpias. La cercanía con Estados Unidos no solo es geográfica, también es estratégica: la región se perfila como una de las más competitivas del planeta para los próximos veinte años.

Pero el escenario global es volátil. Cambios en las políticas comerciales de Washington, tensiones geopolíticas o incertidumbre regulatoria interna podrían frenar parte del impulso. La clave estará en ofrecer estabilidad macroeconómica, certidumbre jurídica y un entorno favorable para los negocios. Solo así México podrá sostener el interés de las empresas que ven en el país el eslabón más prometedor de sus cadenas productivas.

Para los directivos de Fibra Uno, la comparación con China hace dos décadas no es exagerada. El gigante asiático transformó su destino al combinar costos competitivos, infraestructura y visión industrial. México, hoy, se encuentra ante un punto de inflexión similar. El país tiene el talento, la ubicación y la oportunidad, pero necesita voluntad política y estrategia a largo plazo para convertir esta ola de inversiones en un cambio estructural.

En cada nuevo parque industrial que se inaugura y en cada planta que se levanta, se escribe una historia de transformación. México no solo busca atraer fábricas; busca reinventarse como potencia manufacturera y pilar del nuevo orden productivo norteamericano. Si logra capitalizar el momento, la escena que hoy se vive en sus corredores industriales será recordada como el inicio de una nueva era económica.

Colaboración: Editorial Auge.

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