México alcanza récord en complejidad económica

El país escaló cinco posiciones en el Índice de Complejidad Económica de Harvard y se colocó en el lugar 17 a nivel global, alcanzando su mejor nivel histórico.
En los últimos años, México ha protagonizado una transformación silenciosa en el escenario global. Desde las plantas automotrices en el Bajío hasta los corredores tecnológicos en el norte del país, la economía mexicana ha ido tejiendo una red cada vez más sofisticada de producción y exportación.
Esa evolución quedó reflejada en 2023, cuando México alcanzó su mejor desempeño en el Índice de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard, escalando cinco posiciones respecto al año anterior y situándose en el lugar número 17 del mundo.
El índice, diseñado para medir la diversidad y sofisticación de las exportaciones, es un termómetro de las capacidades productivas de cada país.
No se limita a contar cuántos bienes se venden al exterior, sino que evalúa el nivel de conocimiento, innovación y tecnología que se requiere para producirlos.
De ahí que estar cerca de potencias como China y Estados Unidos, que ocuparon las posiciones 15 y 16, represente un salto cualitativo para México.
El impulso detrás de este avance se explica en la amplitud de su portafolio exportador. La fortaleza automotriz se combina con la creciente producción de electrónicos, la agroindustria de alto valor y la prestación de servicios especializados. En conjunto, esta diversificación ha permitido que el país se inserte de manera más profunda en cadenas globales de valor y sea percibido como un socio estratégico para proyectos de alta tecnología.
Desde la perspectiva empresarial, este resultado muestra fortalezas que consolidan la posición del país. México dispone de talento calificado, de un marco de tratados comerciales que lo conectan con más de cincuenta naciones y de una ubicación geográfica que lo coloca a un paso del mayor mercado del planeta. Estas ventajas hacen del país un nodo atractivo para el nearshoring, en un contexto donde las empresas buscan cadenas de suministro más seguras y cercanas.
El momento también abre oportunidades. Sectores emergentes como las energías limpias, la industria de semiconductores y los servicios digitales ofrecen espacio para que México amplíe su base productiva hacia actividades de mayor contenido tecnológico. La transición global hacia un comercio más sustentable y digitalizado puede convertirse en una palanca que acelere la sofisticación del país en los próximos años.
Pero el camino no está libre de obstáculos. Persisten debilidades como la falta de infraestructura logística suficiente, la concentración de capacidades en regiones específicas y la alta dependencia de sectores tradicionales. A esto se suman amenazas externas como la volatilidad de los mercados internacionales, las tensiones geopolíticas y la creciente competencia de otras economías emergentes. En un entorno de cambio constante, el reto será mantener y ampliar las ventajas que hoy distinguen a México.
El ascenso en el Índice de Complejidad Económica no es un hecho aislado. Es la fotografía de un proceso de largo plazo en el que México ha demostrado que puede competir con los gigantes y al mismo tiempo generar confianza entre inversionistas y socios comerciales. La pregunta que queda en el aire es si este logro será recordado como un punto de inflexión en la historia económica reciente o como el inicio de una etapa en la que México termine por consolidarse como uno de los mercados más sofisticados y estratégicos del planeta.
Colaboración: Editorial Auge.