La cultura reafirma su importancia económica en México

El sector cultural en México se confirma como un motor económico significativo que, durante 2024 representó 2.8% del PIB nacional.

México vive un momento en el que la cultura deja de ser solamente un símbolo identitario para colocarse como un engranaje real de la economía. La escena es clara: desde los talleres donde se moldean artesanías hasta los estudios donde se producen contenidos digitales, miles de personas participan en un sector que ya no opera en los márgenes, sino en el corazón de la actividad productiva nacional. 

En 2024, este ecosistema generó 865,682 millones de pesos y aportó 2.8 por ciento del PIB de México. También dio empleo a 1 millón 430 mil trabajadores, lo que lo convierte en un empleador clave dentro del mercado laboral.

La historia detrás de estas cifras revela un sector que se expande y se transforma. Las artesanías, tradicionalmente vistas como actividades locales y de pequeña escala, se consolidan como el motor económico más poderoso dentro de la cultura al generar 18 por ciento del PIB cultural y 15 por ciento del empleo del sector. Este crecimiento se sostiene en cadenas productivas que combinan tradición con nuevos mercados, especialmente en regiones donde la cultura es parte esencial de la vida comunitaria y de la economía familiar.

La recuperación, sin embargo, no fue total. El empleo cultural registró una ligera caída de 0.2 por ciento, reflejo de una reconfiguración interna impulsada por modelos digitales, automatización operativa y cambios en la demanda de talento. La cultura no se contrajo, pero sí cambió de forma.

A nivel territorial, la concentración sigue siendo evidente. La Ciudad de México generó cerca de 37 por ciento del PIB cultural, reafirmando su papel como epicentro creativo del país gracias a su infraestructura, su oferta artística y su capacidad para atraer inversión.

Al mismo tiempo, los estados del sur y sureste como Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tlaxcala y Yucatán demostraron un dinamismo propio impulsado por el turismo cultural, la producción artesanal y la riqueza histórica que alimenta industrias emergentes. México no solo tiene un centro cultural sólido, tiene también una periferia vibrante.

Dentro de este panorama conviven fortalezas y oportunidades que pueden redefinir la economía cultural del país. La diversidad creativa, el arraigo de las artesanías y la capacidad de recuperación han convertido al sector en un terreno fértil para nuevos negocios. La creciente demanda global por productos con identidad mexicana, el auge del turismo creativo, la expansión del comercio electrónico y la posibilidad de innovar en modelos de distribución generan un horizonte atractivo para inversionistas y emprendedores. La cultura mexicana, con su mezcla de tradición y modernidad, tiene un valor de mercado en ascenso.

Pero también persisten debilidades que frenan el crecimiento. La informalidad, la falta de financiamiento estructurado y la escasa profesionalización en algunos segmentos limitan la capacidad de escalar proyectos. La dependencia laboral de sectores vulnerables, especialmente en artesanías, y la caída reciente en la generación de empleo muestran la urgencia de fortalecer las estructuras internas del sector. Sumado a ello, la cultura enfrenta amenazas externas como la competencia de productos industrializados, la pérdida de tradiciones por migración o envejecimiento poblacional, la vulnerabilidad del consumo cultural ante desaceleraciones económicas y el riesgo de que la concentración geográfica limite la diversificación regional.

Aun con estos desafíos, el momento que vive México es decisivo. La cultura ha dejado de ser observada únicamente como un símbolo nacional y hoy se posiciona como una industria con influencia real en el desarrollo económico. El país está frente a la posibilidad de transformar un patrimonio histórico en un motor empresarial de nueva generación. Si las empresas, los creadores, las comunidades y las instituciones logran moverse al ritmo de esta evolución, el sector cultural no solo contará una historia de crecimiento, sino que protagonizará un capítulo central del futuro económico de México.

Colaboración: Editorial Auge.

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