Inteligencia artificial en Estados Unidos impulsa exportaciones mexicanas

Según Oxford Economics, la fuerte inversión en centros de datos, redes y equipos tecnológicos ha disparado la demanda de maquinaria mexicana.

En México, las fábricas de maquinaria trabajan a un ritmo que no se veía desde antes de la pandemia. Las bandas transportadoras no ensamblan autos, sino servidores, unidades de almacenamiento y componentes destinados a los nuevos centros de datos que brotan en Estados Unidos. 

Lo que antes parecía una tendencia lejana se convirtió en una oportunidad tangible: el auge de la inteligencia artificial está impulsando una nueva era de exportaciones mexicanas.

Si este ciclo de inversión digital se mantiene, México podría consolidar una especialización en maquinaria y consolidar lo que la firma describe como un dividendo de “nearshoring digital”.

Las cifras muestran el cambio. Las exportaciones nominales mexicanas crecieron 7% anual en agosto y promedian un avance de 4.8% en el año, a pesar de los aranceles de 25% impuestos por Washington a los autos que no cumplen las reglas de origen del T-MEC. La maquinaria se convirtió en el principal motor exportador del país, con un repunte superior al 40% en la categoría que agrupa servidores y sistemas de almacenamiento. Al mismo tiempo, el superávit comercial no petrolero se amplió hasta casi 16,000 millones de dólares, un nivel no visto desde antes de 2020.

El mercado estadounidense absorbe más de 80% de las ventas externas mexicanas y mantiene a México como su mayor socio comercial, con alrededor del 16% de las importaciones totales.

La relación se profundiza, impulsada por el boom de la inteligencia artificial y por una ola de gasto de capital que, según Bank of America, contribuyó con 1.3% al crecimiento del PIB estadounidense en el segundo trimestre de 2025.

En la práctica, el país se está transformando. La frontera norte y los corredores industriales del Bajío viven un reacomodo silencioso. Mientras la industria automotriz enfrenta presiones, las plantas que producen maquinaria eléctrica, componentes de automatización y equipos de cómputo ven crecer su demanda. La nueva frontera manufacturera mexicana no son los motores ni las carrocerías, sino los servidores y los sistemas que procesan los datos que alimentan la inteligencia artificial.

Este proceso ocurre en medio de una reconfiguración global de las cadenas de suministro. Aunque las importaciones desde China se estabilizaron alrededor de 20%, México ha diversificado parte de su abasto hacia Asia, especialmente desde Vietnam y Taiwán, que duplicaron su participación con bienes de maquinaria y transporte. Esa red ampliada, sin embargo, podría verse afectada si una eventual administración estadounidense decide endurecer los requisitos de origen del T-MEC o aplicar nuevas tarifas a productos con insumos extrarregionales.

La coyuntura encuentra a México en una posición de fuerza, pero también de vulnerabilidad. Su ubicación, su red logística y su larga tradición manufacturera son ventajas que ningún competidor regional puede igualar. El país combina costos competitivos, estabilidad macroeconómica y una base exportadora capaz de adaptarse con rapidez a las nuevas demandas tecnológicas. Sin embargo, enfrenta debilidades que pueden limitar su ascenso: la dependencia excesiva del mercado estadounidense, los rezagos en infraestructura energética y digital y la falta de talento técnico en áreas estratégicas para la industria 4.0.

El auge de la inteligencia artificial abre una ventana de oportunidad para escalar hacia una manufactura de mayor valor agregado. México podría no solo ensamblar hardware, sino también desarrollar capacidades en mantenimiento avanzado, automatización y soporte digital. Para lograrlo, será necesario invertir en energía limpia, conectividad y educación técnica, además de asegurar un entorno jurídico que garantice estabilidad a largo plazo.

La renovación del T-MEC será un punto crítico en este camino. Oxford Economics anticipa que México podría tener que ceder terreno en ciertos temas, como aumentar el contenido regional o abrir más espacio a empresas estadounidenses en licitaciones públicas, con tal de garantizar la continuidad del acuerdo.

Las tensiones generadas por la reforma judicial mexicana, que despierta dudas sobre la autonomía de los tribunales, podrían añadir ruido a las negociaciones. Aun así, la consultora considera que el escenario base es de continuidad, con un crecimiento sostenido en la manufactura, aunque con ganadores y perdedores distintos dentro del tejido industrial.

En este punto de inflexión, México enfrenta una decisión histórica. La ola de inteligencia artificial en Estados Unidos no solo está reconfigurando su economía, también está definiendo la de su principal socio comercial. Si el país logra aprovechar su posición geográfica, fortalecer su infraestructura y generar confianza regulatoria, podría convertirse en el gran socio tecnológico de América del Norte.

Cada servidor ensamblado y cada componente exportado es parte de una transición silenciosa, pero trascendental. México, que durante décadas fue el taller automotriz de Norteamérica, está ante la oportunidad de transformarse en el motor digital de una región que redefine el futuro industrial del mundo.

Colaboración: Editorial Auge.

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