Demanda interna impulsa recuperación del PIB

El consumo privado creció 1.2%, la inversión fija 0.2% y el gasto de gobierno 0.5%, mostrando señales de reactivación tras trimestres de retrocesos, según el Inegi.

En medio de un clima económico marcado por la cautela, México empieza a dar señales de que su motor interno todavía puede rugir. El segundo trimestre del 2025 dejó una fotografía reveladora: tras meses de caídas, el consumo privado, la inversión y el gasto de gobierno volvieron a crecer y, con ello, el Producto Interno Bruto logró avanzar 0.6% respecto al trimestre anterior. 

No es un salto espectacular, pero sí un giro en la narrativa, un punto de inflexión que devuelve la esperanza de que la economía mexicana tiene la capacidad de resistir y reinventarse.

El consumo de los hogares, que aporta casi siete de cada diez pesos a la economía, subió 1.2% y logró revertir dos trimestres de retrocesos. 

La inversión fija bruta creció apenas 0.2%, pero el resultado es significativo al romper con dos caídas consecutivas. Aquí se aprecia la dualidad del momento: la oportunidad de retomar proyectos productivos y al mismo tiempo la debilidad que representa una contracción acumulada de 6.6% en la primera mitad del año, la más pronunciada desde 2020. El gasto de gobierno añadió estabilidad con un incremento de 0.5% por segundo trimestre consecutivo, reforzando el papel de la política fiscal como amortiguador.

En el frente externo, las exportaciones se expandieron solo 0.6% en el trimestre, pero en el acumulado semestral crecieron 12%. Esa dinámica refleja una oportunidad estratégica: la posición privilegiada de México en las cadenas de valor globales y su relación con Estados Unidos, que lo excluyó de los aranceles generales anunciados en abril.

Sin embargo, esa ventaja también encierra una amenaza. La economía mexicana sigue demasiado atada a la política comercial estadounidense, que bajo el mandato de Donald Trump se mantiene volátil y genera incertidumbre para la inversión de largo plazo.

Al mirar el balance de la primera mitad del año, el PIB acumula un crecimiento de apenas 0.4%, muy por debajo del 1.9% registrado en el mismo periodo de 2024. El consumo privado cayó 0.4% y la inversión fija retrocedió de manera significativa, niveles que no se habían visto desde la crisis pandémica. E

ste retroceso contrasta con la fortaleza que representan las exportaciones, la digitalización del consumo y la oportunidad que abre la relocalización de cadenas productivas, factores que podrían convertirse en nuevas fuentes de dinamismo si se capitalizan con visión estratégica.

El segundo trimestre del 2025 no es simplemente una serie de cifras, es un recordatorio de que México se encuentra en un momento decisivo. La economía avanza con paso lento, pero da señales de vida allí donde parecía agotada. Para los empresarios, esta coyuntura es más que un diagnóstico: es una invitación a actuar.

El país enfrenta debilidades estructurales, sí, pero también cuenta con fortalezas que lo diferencian en el escenario global. Las oportunidades están al alcance de quienes sepan ver más allá de la volatilidad y las amenazas siguen ahí, obligando a no bajar la guardia.

La historia económica de este año aún se está escribiendo y el desenlace dependerá de cómo los actores empresariales y políticos aprovechen este instante para transformar un frágil respiro en una nueva etapa de crecimiento sostenido.

Colaboración: Editorial Auge.

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