Confianza empresarial suma dos meses de recuperación

En agosto de 2025, la confianza empresarial se ubicó en 49.3 puntos, un alza de 0.4 respecto a julio y el segundo mes consecutivo con avances, según datos del INEGI.
En agosto de 2025, la confianza empresarial en México volvió a dar señales de vida. Después de meses de cautela, el Indicador Global de Opinión Empresarial de Confianza (IGOEC) alcanzó 49.3 puntos, un incremento de 0.4 unidades respecto a julio, según el Inegi.
El avance parece modesto, pero marca dos meses consecutivos de recuperación tras el piso de 48.6 puntos registrado en junio. Sin embargo, la comparación anual revela una fotografía menos alentadora: frente a agosto de 2024, el indicador cayó 3.4 puntos y continúa por debajo del umbral de los 50, nivel que distingue entre una visión optimista y otra pesimista.
Detrás de las cifras hay una narrativa compleja. El comercio despuntó con un incremento de 1.4 unidades para ubicarse en 48.5 puntos, impulsado por mejores percepciones sobre la situación económica presente y futura.
Los servicios privados no financieros lograron consolidar dos meses consecutivos en terreno optimista con 50.4 puntos, alimentados por expectativas favorables hacia el futuro de las empresas y del país.
La manufactura se mantuvo estable en 49.4 unidades, con ligeras mejoras en la confianza sobre el entorno económico, aunque con un rezago evidente en la disposición a invertir, que se ubicó en apenas 37.3 puntos.
En contraste, la construcción retrocedió 0.9 unidades y cayó a 46.2, cumpliendo doce meses ininterrumpidos en la zona pesimista, reflejo de la incertidumbre y de una baja en la disposición de recursos para nuevos proyectos.
El mercado mexicano muestra así un doble rostro. Por un lado, se afianza la fortaleza del consumo interno, que sostiene a comercio y servicios como motores de corto plazo. La resiliencia del sector servicios, en particular, confirma la capacidad del país para generar oportunidades en áreas como turismo, entretenimiento y soluciones corporativas, donde el optimismo se abre paso aun en un entorno incierto.
Por otro lado, persisten debilidades estructurales. La falta de dinamismo en la construcción frena la generación de infraestructura, mientras que la moderación en la inversión manufacturera limita la competitividad de un sector que ha sido columna vertebral de la economía mexicana durante décadas.
En el horizonte también aparecen riesgos que presionan al empresariado. La volatilidad del comercio internacional, la desaceleración global y la necesidad de mayor certidumbre regulatoria siguen siendo factores que inhiben la toma de decisiones de largo plazo. Sin embargo, México conserva ventajas estratégicas que no pasan desapercibidas: su posición en las cadenas globales de valor, su proximidad con Estados Unidos y un mercado interno que ha demostrado solidez en momentos de turbulencia. Estas fortalezas se convierten en puntos de apoyo para sostener la confianza mientras se sortean los desafíos inmediatos.
El pulso de agosto refleja un momento de transición. Las cifras del Inegi no solo son un registro estadístico, también marcan la temperatura de un sector privado que observa con cautela pero sin perder de vista las oportunidades que se abren en medio de la incertidumbre.
La recuperación incipiente puede parecer frágil, pero representa la señal de que México se encuentra en un punto de inflexión donde cada decisión empresarial tendrá un peso determinante en el rumbo de la economía. En ese escenario, la confianza empresarial deja de ser un simple indicador y se convierte en un reflejo de cómo el país escribe, en tiempo real, la siguiente página de su historia económica.
Colaboración: Editorial Auge.