En 2026 iniciará la revisión del T-MEC desde enero
Los gobiernos anunciaron que el proceso de revisión del TMEC comenzará en enero y deberá concluir el 1 de julio de 2026.
En un contexto global de reconfiguración de cadenas productivas, tensiones geopolíticas y competencia por atraer capital, México y Canadá anunciaron el arranque formal del proceso de revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, con una fecha límite clara: el 1 de julio de 2026. Para empresas, inversionistas y tomadores de decisiones, el calendario no es un detalle menor, sino la señal de que uno de los pilares económicos de la región entra en una fase de ajuste que definirá el rumbo de los próximos años.
Marcelo Ebrard, secretario de Economía, confirmó que el proceso comenzará formalmente a partir de enero y expresó confianza en que la revisión se cierre dentro del plazo establecido. Durante el Primer Encuentro Nacional de Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar, celebrado en la Ciudad de México, sostuvo que la incertidumbre asociada a este tipo de negociaciones tiene una ventana acotada y descartó que el proceso se prolongue más allá de 2026, incluso considerando el contexto político de Estados Unidos.
El anuncio no es exclusivo de México. Desde Ottawa, el primer ministro canadiense Mark Carney informó que Canadá y Estados Unidos iniciarán conversaciones a mediados de enero. Precisó que Dominic LeBlanc, representante comercial de su país, encabezará las negociaciones con Jamieson Greer, su contraparte estadounidense. En una reunión virtual con primeros ministros provinciales y territoriales, Carney reafirmó que el objetivo será proteger los intereses económicos de Canadá y alcanzar un acuerdo que ofrezca certidumbre y estabilidad a trabajadores, empresas e inversionistas.
Del lado estadounidense, Greer reconoció ante legisladores que el T-MEC ha sido un éxito parcial y que aún existen áreas por fortalecer para que su renovación sea más sólida. Sin embargo, los datos respaldan la relevancia del acuerdo.
De acuerdo con la Representación Comercial de la Casa Blanca, las exportaciones de bienes y servicios de Estados Unidos hacia México y Canadá han crecido 56 por ciento desde la entrada en vigor del tratado en 2020, una cifra que confirma la profundidad de la integración regional.
Para México, la revisión del T-MEC se apoya en una de sus mayores fortalezas estructurales: su papel central en las cadenas productivas de América del Norte. Ebrard subrayó que el desempeño de la economía mexicana es un factor clave para sectores estratégicos en Estados Unidos, desde la energía hasta la manufactura avanzada. La industria automotriz estadounidense, afirmó, no sería competitiva sin México, lo que refuerza la interdependencia económica y la posición estratégica del país en la mesa de negociación.
Este punto de partida abre oportunidades relevantes. En un entorno global donde las empresas buscan relocalizar operaciones y reducir riesgos, la renovación del T-MEC puede traducirse en un mayor flujo de inversión productiva hacia México. El impulso a los Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar durante el periodo de negociación apunta a fortalecer capacidades regionales y a preparar al país para capitalizar ese momento una vez que se cierre el proceso, con efectos directos en empleo, infraestructura y desarrollo industrial.
El camino, sin embargo, no está exento de retos. El periodo de revisión introduce una pausa natural en algunas decisiones de inversión, a la espera de mayor claridad sobre los términos finales del acuerdo. A ello se suma la presión que pueden ejercer los ciclos políticos y las prioridades internas de Estados Unidos, que podrían traducirse en demandas más estrictas en ciertos capítulos del tratado y elevar los costos para algunas industrias.
Aun así, el mensaje del gobierno mexicano es de calma y perspectiva. La ventana de incertidumbre tiene un final definido y el tiempo, según Ebrard, juega a favor de México gracias a la solidez de la integración regional y a la necesidad compartida de mantener un marco comercial funcional. Cuando el proceso concluya, la expectativa es que el T-MEC no solo se renueve, sino que se consolide como el eje de un nuevo orden comercial en América del Norte. Para el sector empresarial, el momento no es solo de observación, sino de preparación. Lo que está en juego no es un tratado más, sino la arquitectura económica que definirá la competitividad de la región en la próxima década.
Colaboración: Editorial Auge.