China refuerza su presencia en México rumbo a la electromovilidad
China mantiene su apuesta por México como socio estratégico, incluso en medio de tensiones arancelarias.
En medio del bullicio de distribuidores, fabricantes y curiosos, una delegación de 50 empresas chinas del sector de electromovilidad cruzaba el piso del World Trade Center con una intención clara: fortalecer su integración productiva en México y afianzar un puente estratégico hacia Norteamérica.
La Oficina de Desarrollo Comercial del Ministerio de Comercio de China acompañaba al grupo y su presencia reforzaba un mensaje que, entre conversaciones discretas y apretones de manos, dejaba ver que el país está entrando en una nueva etapa para la movilidad eléctrica.
Los funcionarios chinos fueron directos al reconocer que el entorno global está marcado por incertidumbre y tensiones arancelarias, pero aun así insistieron en que China desea ampliar su comercio con México y acelerar la adopción de tecnologías eléctricas entre los consumidores.
La misión no solo consiste en explorar oportunidades, sino en construir una plataforma internacional capaz de integrar cadenas industriales y de suministro.
La visión se sostiene en un mercado mexicano que avanza hacia la movilidad eléctrica ligera, donde motocicletas, scooters y bicicletas comienzan a cambiar el paisaje urbano y abren una dinámica creciente de mantenimiento, refacciones y nuevos servicios.
La industria mexicana también observa esta transformación con interés y pragmatismo. Desde la Industria Nacional de Autopartes se reconoce que México y China se complementan de forma natural en los segmentos de repuestos para movilidad eléctrica. La demanda interna crece, el ecosistema de mantenimiento se expande y las empresas buscan responder a una tendencia que ya no parece pasajera.
Al mismo tiempo, la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana (ANIERM) advierte que gran parte de la tecnología clave para este sector proviene de Asia y que sería poco realista intentar replicar de inmediato capacidades industriales que a China le han tomado décadas perfeccionar. Esta dependencia tecnológica convive con otro desafío: las fuertes barreras no arancelarias que dificultan la entrada de productos mexicanos al mercado chino, especialmente en el sector agroindustrial.
En medio de este intercambio comercial cada vez más complejo surge el recordatorio de que México ha propuesto elevar hasta 50 por ciento los aranceles para más de mil cuatrocientas fracciones arancelarias provenientes de países sin acuerdo comercial a partir de 2026, incluido China. Este posible giro genera inquietud entre importadores y potenciales inversionistas, quienes ven en la electromovilidad un mercado prometedor pero también vulnerable a los cambios regulatorios. Aun así, la visita de la comitiva china confirma que México conserva fortalezas determinantes como su ubicación estratégica frente a Norteamérica, su experiencia manufacturera, sus costos competitivos y un mercado interno en plena transición hacia tecnologías más limpias.
Estas condiciones abren oportunidades tangibles para atraer inversión, expandir la oferta de componentes, impulsar la transferencia tecnológica y consolidar nuevas cadenas productivas. Sin embargo, el país todavía enfrenta debilidades estructurales como el rezago en infraestructura de recarga, la fragmentación de su cadena de proveeduría y la falta de capacidad local para producir componentes avanzados. A ello se suman amenazas externas que incluyen la intensificación de tensiones comerciales, la competencia de regiones con mayor desarrollo tecnológico y el riesgo de que las políticas arancelarias eleven costos y frenen el ritmo de adopción de la electromovilidad.
México se encuentra frente a una oportunidad histórica para redefinir su papel en la economía eléctrica global. Las conversaciones entre ejecutivos chinos y empresarios mexicanos no solo abordaron acuerdos comerciales, sino la posibilidad de transformar al país en un nodo esencial del mercado eléctrico de Norteamérica. Si México logra combinar estabilidad regulatoria, visión industrial y alianzas estratégicas, este momento podría marcar el inicio de una nueva etapa donde la electromovilidad deje de ser tendencia para convertirse en uno de los motores centrales del desarrollo económico nacional.
Colaboración: Editorial Auge.