México asegura electricidad para el auge industrial

La Sener y la CFE anunciaron paquetes especiales de energía para parques industriales, con esquemas flexibles de transmisión, generación modular sostenible y contratos de largo plazo.

En México, la palabra “oportunidad” se ha vuelto sinónimo de industria. Lo que hace apenas unos años parecía un proyecto a futuro hoy se ha convertido en una realidad tangible: el fenómeno del nearshoring está reconfigurando el mapa productivo del país. 

Desde 2019, cuando las empresas ocupaban apenas dos millones de metros cuadrados de espacio industrial, hasta 2023, cuando la cifra alcanzó cinco millones, la demanda ha crecido de manera acelerada y apunta a superar los seis mil millones de dólares en inversión para nuevas naves en 2025. El auge es evidente y, con él, la necesidad de una infraestructura capaz de sostenerlo.

Esa urgencia energética tuvo respuesta en el reciente anuncio de la Secretaría de Energía y la Comisión Federal de Electricidad. Ambas instituciones presentaron paquetes especiales diseñados para parques industriales con el propósito de garantizar que la expansión del sector no se vea frenada por la falta de electricidad. 

Los planes incluyen esquemas flexibles de transmisión y distribución, generación modular con un enfoque sostenible y contratos de largo plazo que ofrecen certeza operativa a inversionistas nacionales y extranjeros. No se trata de un detalle técnico, sino de un compromiso de fondo: asegurar que los 477 parques industriales que hoy operan en el país, así como los 100 nuevos desarrollos contemplados en el Plan México, tengan energía confiable y competitiva.

El anuncio revela una de las fortalezas más claras de México en este momento. La capacidad de articular soluciones entre gobierno y sector privado convierte al país en un destino con ventajas reales frente a sus competidores. 

La medida también abre oportunidades significativas al alinear la infraestructura con las crecientes exigencias de sostenibilidad y responsabilidad ambiental, temas que pesan cada vez más en la agenda de los grandes corporativos.

No obstante, también hay un lado vulnerable. La red eléctrica nacional arrastra rezagos y en regiones clave como el Bajío o el norte del país la infraestructura no siempre ha crecido al mismo ritmo que la demanda industrial. El esquema anunciado promete acelerar conexiones y dar flexibilidad, pero aún queda la tarea de sostener inversiones continuas en transmisión y generación a gran escala. De no atenderse con visión de largo plazo, estas debilidades pueden convertirse en un cuello de botella que reduzca el atractivo del país frente a otras opciones en América Latina.

El riesgo de amenazas externas también es real. La competencia por atraer inversiones productivas se intensifica en la región y otros países están desplegando incentivos agresivos. Además, las presiones ambientales internacionales obligarán a México a mantener el equilibrio entre garantizar electricidad suficiente y acelerar la transición hacia fuentes más limpias, un reto que pondrá a prueba la consistencia de su estrategia energética.

Lo que está en juego trasciende las cifras de metros cuadrados ocupados o las inversiones anunciadas. Se trata de si México logra consolidarse como el corazón manufacturero de América del Norte en la próxima década. El país tiene fortalezas que lo colocan en la primera fila y oportunidades que pueden marcar una diferencia histórica, pero también enfrenta debilidades que requieren atención inmediata y amenazas que no pueden ignorarse. La estrategia energética presentada por Sener y CFE no es un cierre de ciclo, sino el punto de partida de una carrera que definirá si el boom industrial de hoy se convierte en una transformación económica de largo alcance.

El futuro ya comenzó y México está en medio de la escena. La pregunta es si podrá sostener el ritmo del crecimiento y escribir desde ahora un capítulo de liderazgo empresarial que trascienda generaciones.

Colaboración: Editorial Auge.

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