México mantiene avance en T-MEC pese a ruptura entre Estados Unidos y Canadá
La presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que México está “muy adelantado” en las negociaciones comerciales con Estados Unidos, mientras observa cómo evoluciona su relación con Canadá.
Frente a un escenario internacional agitado, la presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que el país esperará a ver cómo evolucionan las relaciones entre Estados Unidos y Canadá tras el inesperado anuncio de Donald Trump de cancelar las negociaciones comerciales entre ambas naciones. Con esta decisión, el equilibrio del T-MEC, uno de los acuerdos comerciales más importantes del hemisferio, vuelve a ponerse en juego y México emerge en el centro del tablero.
Sheinbaum no eludió el tema. Con tono firme, aseguró que México avanza por su cuenta y con paso sólido en sus conversaciones con Washington. “México va muy adelantado en la negociación comercial con Estados Unidos, al margen de Canadá”, dijo, dejando claro que el país no se quedará inmóvil ante la nueva dinámica norteamericana.
La presidenta explicó que el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, viajará a Corea del Sur para participar en el foro APEC, donde sostendrá reuniones con funcionarios del gobierno estadounidense y buscará acuerdos que mantengan la estabilidad del comercio bilateral. “Vamos muy bien en el avance de las revisiones que ellos plantearon de algunos puntos que consideran barreras al tratado comercial. Muchas de ellas no las consideramos así”, puntualizó.
El distanciamiento entre Estados Unidos y Canadá, originado por un desencuentro político que escaló tras un video difundido en Ontario con una grabación del expresidente Ronald Reagan elogiando el libre comercio, sacudió los cimientos del entendimiento trilateral. Trump no solo dio por terminadas las conversaciones, sino que acusó a Canadá de intentar influir en la Corte Suprema de su país en medio del debate sobre su agenda arancelaria global. Apenas un mes atrás, el primer ministro canadiense Mark Carney había visitado México para sellar el compromiso de trabajar en un T-MEC más justo y eficaz. Hoy, ese propósito parece haber quedado en suspenso.
En medio de este panorama, México se posiciona como un actor que puede ganar protagonismo si logra capitalizar el momento.
Su fortaleza radica en la integración profunda con la economía estadounidense, una infraestructura industrial consolidada y una base exportadora diversificada que ha resistido ciclos de incertidumbre. La estabilidad macroeconómica, la disciplina fiscal y el crecimiento de sectores como el automotriz, el electrónico y el energético refuerzan su papel como socio confiable en la región. Además, el impulso del nearshoring ha colocado al país en el radar de inversionistas globales que buscan reducir riesgos y acortar distancias con el mayor mercado de consumo del mundo.
Pero la coyuntura también revela debilidades que no pueden ignorarse. México depende en gran medida de la relación con Estados Unidos y esa dependencia lo expone a las fluctuaciones políticas de su vecino. Cualquier renegociación parcial del T-MEC o imposición unilateral de aranceles podría alterar las reglas de juego para miles de empresas. La falta de claridad sobre si el país mantendrá una ruta trilateral o bilateral añade incertidumbre, especialmente para sectores que operan bajo cadenas productivas compartidas.
Aun así, en cada crisis se abren oportunidades. Si México logra presentarse como el socio más estable y pragmático del norte, podría atraer inversiones que busquen escapar del ruido político y consolidar su posición como centro manufacturero clave. Las gestiones de Ebrard en Asia apuntan a una estrategia más amplia: diversificar mercados, fortalecer alianzas y reducir la exposición al riesgo estadounidense. Este equilibrio entre cercanía y autonomía es una jugada estratégica que podría definir la próxima década económica del país.
Las amenazas, sin embargo, son tangibles. Una política comercial más agresiva de Trump podría desatar nuevos conflictos arancelarios y complicar el cumplimiento de las reglas de origen que hoy sostienen las cadenas de valor norteamericanas. En ese escenario, México tendría que reajustar su modelo exportador y replantear su papel dentro de un comercio global que se mueve entre la cooperación y el proteccionismo.
A pesar de todo, el mensaje del gobierno mexicano fue de serenidad y confianza. Sheinbaum apuesta por el diálogo y la continuidad, mientras México observa con cautela los movimientos de sus socios del norte. La reunión en Corea del Sur podría marcar un punto de quiebre o de reafirmación, dependiendo de lo que se logre en la mesa. Lo cierto es que el país se encuentra ante un momento histórico, en el que su madurez económica y su capacidad de negociación definirán no solo el futuro del T-MEC, sino también su lugar en el mapa global de poder económico.
La historia aún se escribe, pero esta vez México parece decidido a no ser un espectador.
Collaboration: Editorial Auge.