México capta parte de la pérdida de China en mercado estadounidense

La SHCP informó que entre 2018 y 2024 México absorbió casi una cuarta parte de la caída de exportaciones chinas a Estados Unidos.
En medio de un reacomodo sin precedentes en el comercio global, México está escribiendo un capítulo que muchos ya consideran histórico. Entre 2018 y 2024, mientras China perdía terreno en el mercado estadounidense, México aprovechó el momento y se quedó con una cuarta parte de esa cuota. No se trata solo de cifras en una tabla, sino de un cambio estructural en la manera en que Norteamérica se abastece, produce y proyecta su competitividad hacia el mundo.
Los números respaldan la narrativa. En 2024, las exportaciones chinas hacia Estados Unidos sumaron 438,947 millones de dólares, 66,650 millones menos que en 2017. Esa caída abrió un vacío que México llenó con rapidez, apoyado en una ventaja arancelaria difícil de igualar.
En julio de 2025, la tasa arancelaria efectiva para las mercancías mexicanas fue de 4.7 por ciento, frente a un promedio mundial de 9.7 por ciento, una tasa de 9.1 por ciento en la Unión Europea y un abrumador 40.4 por ciento en el caso de China.
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá permitió que más del 80 por ciento de las exportaciones nacionales ingresara libre de gravámenes, un privilegio que en la práctica se ha convertido en motor de crecimiento.
La Secretaría de Hacienda señala que la combinación de acceso preferencial, integración productiva y flexibilidad cambiaria ha dado a México una ventaja que no solo depende de coyunturas. Incluso un margen relativamente pequeño, de apenas 6.6 puntos porcentuales frente a China, bastó para captar un 24 por ciento de la cuota de mercado que el país asiático perdió en las importaciones estadounidenses. Esa capacidad de capitalizar diferenciales modestos habla de una economía con resiliencia y visión estratégica.
El panorama actual ofrece un conjunto de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas que delinean el futuro del comercio exterior mexicano. Entre las fortalezas está el acceso preferencial al mayor mercado del mundo, respaldado por un marco institucional sólido y la posición estratégica en sectores de alto valor como automotriz, electrónico y médico.
La oportunidad radica en el nearshoring, una tendencia que podría consolidar a México como hub manufacturero de Norteamérica y que se verá potenciada con la revisión del T-MEC en 2026, donde la certidumbre a largo plazo será un factor decisivo para atraer inversión y ampliar encadenamientos productivos.
Las debilidades se hacen visibles en la concentración de exportaciones hacia un solo mercado, lo que deja al país expuesto a cambios en la política comercial de Washington. También se suman los rezagos en infraestructura logística y formación de capital humano, factores que podrían limitar la transición hacia manufactura más compleja. Y en el horizonte aparecen amenazas que no deben subestimarse, como la competencia de países emergentes en Asia y la volatilidad de un entorno geopolítico que cambia con rapidez.
Aun así, lo que está ocurriendo con México no es menor. En un entorno global donde la incertidumbre domina las decisiones empresariales, el país ha sabido convertir las tensiones internacionales en ventaja estratégica. Hoy no solo es un socio comercial confiable de Estados Unidos, sino un punto de referencia para inversionistas que buscan seguridad, integración y capacidad de adaptación.
El desenlace de esta historia se escribirá en los próximos años, cuando la revisión del T-MEC y la evolución de la política comercial estadounidense definan la magnitud de esta oportunidad. México tiene la mesa puesta para transformar una coyuntura favorable en una nueva era de desarrollo. Si logra capitalizar este momento, el país no solo recordará estas cifras como un triunfo pasajero, sino como el inicio de una etapa en la que su sector externo se consolidó como motor central del crecimiento y del bienestar nacional.
Collaboration: Editorial Auge.