Comercio México–China alcanza cifras históricas

En los primeros seis meses de 2025, la relación comercial entre México y China escribió un nuevo capítulo en su historia, uno que refleja tanto el peso de la interdependencia económica como los retos de la integración global.
Las cifras son contundentes: el déficit comercial con el gigante asiático alcanzó 57,535 millones de dólares, el nivel más alto registrado, tras crecer 3.3% respecto al mismo periodo del año anterior.
Los datos del Banco de México muestran que las importaciones procedentes de China sumaron 62,127 millones de dólares, un aumento de 2.3% que las llevó a un récord absoluto.
En contraste, las exportaciones mexicanas al mercado chino cayeron 4.5%, para ubicarse en apenas 4,592 millones de dólares. Esta asimetría ilustra un vínculo comercial dominado por el flujo de bienes manufacturados desde Asia hacia América del Norte, con México como punto estratégico en la cadena de suministro.
Los contenedores que llegan a los puertos mexicanos transportan mucho más que productos terminados como automóviles, computadoras o teléfonos.
Llevan también bienes intermedios como componentes electrónicos, maquinaria y partes industriales que alimentan la producción nacional y sostienen la competitividad de sectores clave como el automotriz y el electrónico. En muchos casos, son insumos sin sustituto viable fuera de China, lo que explica su presencia dominante en la industria mexicana.
El contexto global añade complejidad a la ecuación. Las tensiones arancelarias entre Estados Unidos y China han desviado parte de las exportaciones chinas hacia mercados alternativos, con México como receptor destacado. Y mientras se aproxima la revisión sexenal del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), crece la expectativa sobre posibles discusiones relacionadas con el papel de las importaciones chinas en la región.
En la última década, las compras mexicanas a China prácticamente se duplicaron, pasando de 32,811 millones de dólares en el primer semestre de 2015 a 62,127 millones en 2025. En 2024, entre los productos más importados destacaron automóviles, monitores, computadoras, equipos de aire acondicionado, módulos de visualización, láminas de aluminio y sistemas de refrigeración. En sentido inverso, México envió al país asiático minerales de cobre, circuitos integrados, plomo, instrumentos médicos, autopartes, petróleo crudo y concentrados de zinc. La cifra récord de exportaciones se alcanzó en 2022 con 5,201 millones de dólares.
Este escenario encierra fortalezas y desafíos. La industria mexicana se beneficia de insumos que permiten mantener precios competitivos y responder a la demanda internacional con rapidez, mientras su ubicación geográfica y su red de tratados de libre comercio consolidan su papel en el comercio global. Sin embargo, la marcada dependencia de bienes chinos y la limitada penetración de exportaciones en ese mercado revelan una vulnerabilidad estructural.
La coyuntura abre oportunidades para que México incremente su capacidad manufacturera local, aumente el contenido regional de sus exportaciones y aproveche la eventual renegociación del T-MEC para estimular la inversión y diversificar proveedores. Las amenazas, no obstante, siguen presentes: cambios en la política comercial de Estados Unidos, tensiones geopolíticas y la competencia de economías emergentes que buscan la misma inversión extranjera.
Si algo muestran estas cifras es que México está en una encrucijada. La relación con China no es estática; evoluciona al ritmo de la economía global, de las tensiones comerciales y de las estrategias empresariales. El déficit récord de hoy podría ser el punto de partida para una transformación de las cadenas de valor o, si no se actúa con visión, el reflejo de una dependencia cada vez más profunda. El rumbo que tome en los próximos años definirá si este capítulo se recordará como un momento de ajuste estratégico o como una oportunidad perdida.
Collaboration: Editorial Auge.