BMW confía en acuerdo de aranceles sobre el sector automotriz

Oliver Zipse, CEO del fabricante automotriz BMW, expresó su confianza en que la Unión Europea (UE) y Estados Unidos puedan alcanzar próximamente un acuerdo “manejable” en torno a los aranceles a la importación de automóviles.
El comentario se produce en un contexto de creciente incertidumbre para la industria automotriz europea, ante la expectativa de una posible comunicación formal por parte de la administración de Donald Trump con nuevas directrices sobre política comercial.
Zipse adelantó que el eventual acuerdo podría incluir un “mecanismo de compensación” que permitiría equilibrar las importaciones con exportaciones, lo cual favorecería a empresas como BMW, que cuentan con operaciones productivas dentro del territorio estadounidense.
La planta de BMW en Spartanburg, Carolina del Sur —la más grande de la firma a nivel mundial— exportó 225,000 vehículos desde Estados Unidos hacia otros mercados en 2024, lo que la posiciona como el mayor exportador de automóviles desde ese país, según datos proporcionados por la compañía.
El mecanismo propuesto se basaría no en el número de unidades exportadas, sino en el valor total de dichas exportaciones, que superó los 10,000 millones de dólares el año pasado en el caso de BMW. De alcanzarse un acuerdo, este esquema también podría extenderse a componentes automotrices importados, lo que beneficiaría tanto a ensambladoras como a proveedores del sector.
El optimismo expresado por Zipse coincide con versiones de que Bruselas ha planteado a Washington un paquete de medidas para disminuir tensiones comerciales.
Entre las propuestas se incluyen créditos para exportación e inversión, así como reducciones recíprocas de aranceles vigentes. De concretarse, este entendimiento permitiría mitigar el impacto de una posible política proteccionista de la administración estadounidense, al tiempo que brindaría mayor certeza operativa a los fabricantes europeos con presencia en ambos mercados.
México observa este escenario con atención, al ser uno de los principales actores dentro del comercio automotriz global. El país cuenta con una base industrial robusta, infraestructura de exportación consolidada y tratados comerciales que lo posicionan como un socio estratégico en la región. Estas fortalezas le permiten no solo integrarse de manera eficiente a las cadenas de suministro entre Europa y Estados Unidos, sino también adaptarse con agilidad a eventuales ajustes en las reglas del juego. La capacidad instalada, el talento técnico y la cercanía logística con el mercado estadounidense continúan siendo ventajas competitivas clave.
Sin embargo, el nuevo acuerdo podría representar también desafíos si se establece un esquema que favorezca únicamente el intercambio bilateral entre Estados Unidos y Europa, dejando fuera a terceros países como México. Esta posibilidad subraya una debilidad estructural: la dependencia del país de políticas comerciales ajenas, lo que obliga a reaccionar más que a influir directamente en los términos de negociación. Además, en un entorno donde los incentivos fiscales y arancelarios están siendo reconfigurados, la ausencia de mecanismos locales de estímulo a la inversión podría erosionar competitividad frente a otros polos productivos.
En contraste, el proceso de ajuste entre Estados Unidos y Europa también puede abrir oportunidades para México si las marcas automotrices buscan diversificar su producción fuera del eje transatlántico, como vía para mitigar riesgos geopolíticos o logísticos.
Esto refuerza el atractivo del nearshoring, que ya ha comenzado a reconfigurar los flujos de capital hacia Norteamérica. Si México actúa con visión estratégica, podría convertirse en un destino natural para nuevas inversiones vinculadas a la manufactura de vehículos y componentes, no solo para el mercado estadounidense, sino también como puente hacia América Latina.
Collaboration: Editorial Auge.