México despierta en la era de la inteligencia artificial

Nvidia reconoce que México entra en una fase temprana de adopción de IA, con un ecosistema que comienza a moverse tras años de rezago frente a potencias como Estados Unidos y China.

En los pasillos de los centros de datos y en los laboratorios universitarios de México empieza a sentirse una energía distinta. Ingenieros, inversionistas y académicos miran en la inteligencia artificial algo más que una moda tecnológica: la posibilidad de reconfigurar la competitividad del país. 

El gigante Nvidia, referente mundial en cómputo acelerado, lo describe como un despertar. México, dice la compañía, está dando sus primeros pasos firmes hacia la adopción de una tecnología que está redefiniendo las reglas del juego económico global.

Marcio Aguiar, director de Enterprise para Nvidia en América Latina, lo resume con una frase contundente: México está despertando. Después de años de rezago frente a potencias como Estados Unidos y China, el país comienza a construir las bases de su propio ecosistema de inteligencia artificial. 

La compañía identifica una demanda mucho mayor a la oferta de profesionales capacitados, un desbalance que limita el ritmo de adopción. Por eso, ha reforzado su presencia en universidades mexicanas para formar ingenieros y científicos de datos que impulsen la siguiente etapa del cambio. Esa apuesta por el conocimiento es una de las grandes fortalezas del país: una red académica diversa, una base industrial consolidada y una posición geográfica estratégica dentro del bloque norteamericano. México tiene, además, un mercado interno cada vez más abierto a la digitalización, con empresas dispuestas a experimentar y adaptarse.

Sin embargo, las debilidades son evidentes. La brecha de talento, la limitada inversión en investigación aplicada y la infraestructura de cómputo insuficiente siguen siendo obstáculos estructurales. Muchos proyectos se frenan por falta de especialistas o por el temor de las empresas a invertir sin garantías de retorno. Aguiar propone un enfoque pragmático: pensar en grande, pero empezar en pequeño. La recomendación es identificar procesos críticos, automatizarlos y construir aprendizajes rápidos antes de escalar. No se trata de copiar a la competencia, sino de diseñar una estrategia propia que responda a las necesidades del negocio.

En esa visión también se encuentran las grandes oportunidades. La inteligencia artificial puede convertirse en un motor de productividad para sectores clave como la manufactura, la logística, la salud y los servicios financieros. Las empresas que logren combinar conocimiento local con herramientas globales podrán generar ventajas competitivas sostenibles. El reto es acelerar la adopción sin perder control sobre los datos y la infraestructura. Ahí surge una amenaza importante: depender excesivamente de tecnologías extranjeras y quedar relegados a ser consumidores de innovación en lugar de productores.

Nvidia insiste en que la próxima etapa estará definida por los países que desarrollen infraestructura propia de cómputo acelerado. México tiene el talento emergente y el apetito inversor, pero necesita coordinación entre el sector público y privado para convertir ese entusiasmo en resultados tangibles. Invertir en centros de datos, impulsar la formación técnica y crear proyectos con objetivos medibles serán pasos decisivos para consolidar un ecosistema competitivo.

El momento que vive México es tan frágil como prometedor. Hay energía, hay ambición y hay un terreno fértil para innovar, pero también la presión de no quedarse atrás en una revolución que avanza a velocidad vertiginosa. Las fortalezas del país residen en su juventud creativa, su ubicación estratégica y su red empresarial; las debilidades, en la lentitud institucional y en la falta de políticas públicas que incentiven la innovación sostenida. Las oportunidades están en la posibilidad de elevar la productividad nacional; las amenazas, en la pasividad ante un cambio que no espera.

Mientras la inteligencia artificial redefine industrias en todo el mundo, México se asoma a una ventana única de transformación. Si logra alinear talento, inversión e infraestructura, podrá pasar de ser un seguidor tecnológico a convertirse en un protagonista regional. En este despertar, el país no llega tarde, simplemente entra al escenario justo cuando las luces se encienden y la función está por comenzar.

Collaboration: Editorial Auge.

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