México incrementa sus exportaciones a Estados Unidos

Durante el primer semestre de 2025, las exportaciones de México a Estados Unidos sumaron 264,383 millones de dólares, un crecimiento interanual de 6.3 %, de acuerdo con datos de la Oficina del Censo estadounidense.
Este desempeño confirma la solidez del vínculo comercial entre ambos países, pero también revela un cambio relativo en la posición de México en el mercado estadounidense: su participación en el total de importaciones de ese país bajó de 15.9 % en el primer semestre de 2024 a 15 % en el mismo periodo de 2025.
Este resultado se da en un contexto de creciente proteccionismo impulsado por la administración de Donald Trump, quien inició su segundo mandato en enero con una estrategia arancelaria más agresiva.
Bajo este nuevo esquema, se han impuesto tarifas generales de 10 % a casi todos los países, y gravámenes diferenciados a socios comerciales clave: 25 % para productos de origen mexicano, 35 % para los canadienses y 10 % para los procedentes de China. Además, se aplican aranceles de 50 % a importaciones de acero, aluminio y cobre, y de 25 % a vehículos y autopartes. Esta reconfiguración representa un entorno más complejo para los exportadores mexicanos, que deben adaptarse a mayores costos y nuevos requisitos comerciales.
A pesar de ello, México logró mantener una tendencia positiva en el intercambio bilateral. Las importaciones mexicanas desde Estados Unidos ascendieron a 168,170 millones de dólares, un alza de 1.1 % respecto al mismo periodo del año anterior. Como resultado, el superávit comercial mexicano creció 16.7 %, alcanzando los 96,212 millones de dólares, una cifra que lo acerca al nivel de China, cuyo superávit cayó 12.4 % interanual.
Paralelamente, México se posicionó como posible sucesor de Canadá como principal destino de las exportaciones estadounidenses, al reducirse las ventas hacia ese país en 2.9 %, a 171,987 millones de dólares.
La dinámica observada reafirma varias fortalezas de México como socio comercial: su proximidad geográfica, la complementariedad industrial con Estados Unidos y la capacidad instalada para manufactura avanzada siguen siendo factores decisivos que permiten sostener el crecimiento incluso bajo condiciones adversas. Estas ventajas también posicionan al país como un destino estratégico dentro de las cadenas de suministro norteamericanas, sobre todo en sectores como el automotriz, el eléctrico-electrónico, y el agroalimentario.
Sin embargo, la pérdida de cuota de mercado frente al conjunto global expone una debilidad estructural: la alta concentración del comercio exterior mexicano en un solo destino. Esta dependencia limita la capacidad de maniobra ante cambios regulatorios o decisiones unilaterales por parte de Washington. La necesidad de diversificar destinos de exportación, modernizar procesos productivos y reducir la exposición a medidas arancelarias se vuelve cada vez más urgente para preservar la competitividad.
El nuevo entorno también abre oportunidades. La contracción de China en el mercado estadounidense y la caída de los flujos comerciales con Canadá reconfiguran el tablero de competencia, creando espacio para que México consolide su liderazgo. La llegada de nuevas inversiones extranjeras, impulsadas por el fenómeno del nearshoring, puede acelerar esta transición, siempre y cuando se acompañe de infraestructura adecuada, seguridad jurídica y políticas públicas que favorezcan la integración productiva.
Al mismo tiempo, persisten amenazas que no deben subestimarse. La continuidad de políticas proteccionistas en Estados Unidos, sumada a tensiones geopolíticas y riesgos logísticos globales, puede traducirse en escenarios volátiles e impredecibles. Además, si México no logra responder con rapidez a las exigencias de un mercado en transformación —como el avance de la automatización, la transición energética o los estándares ESG— podría perder terreno frente a competidores más ágiles o con incentivos más atractivos.
Dentro de ese panorama, México se mantuvo como el principal socio comercial de Estados Unidos, con una participación de 15.2 %, por encima de Canadá (13 %) y China (7.9 %).
El balance general para México es positivo, pero también desafiante. Las cifras evidencian que el país cuenta con una posición consolidada, pero no inmune. La competencia se intensifica y el entorno regulatorio es cada vez más incierto. En ese contexto, las empresas mexicanas deberán redefinir estrategias, fortalecer capacidades internas y anticiparse a los riesgos globales para aprovechar el momento.
Collaboration: Editorial Auge.