Exportaciones e importaciones mexicanas rompen récord en septiembre

Las exportaciones e importaciones de México crecieron 13.8% y 15.2% interanual en septiembre, alcanzando niveles históricos, informó el Inegi.

En septiembre, el comercio exterior mexicano marcó un nuevo punto de inflexión. En un contexto global incierto, con guerras comerciales y desaceleración industrial en varias potencias, México sorprendió con cifras récord: las exportaciones crecieron 13.8% y las importaciones 15.2%, según el Inegi. 

Son los mayores avances en más de un año y reflejan algo más profundo que un simple repunte estadístico: una economía que, pese a sus retos, se está reposicionando dentro del mapa productivo mundial.

Las exportaciones alcanzaron 56,487.9 millones de dólares, el nivel más alto en 14 meses, mientras que las importaciones sumaron 58,887.5 millones, el máximo en 17 meses. Aunque el saldo fue deficitario en 2,399.5 millones, el balance acumulado del año muestra una reducción de 85% en el déficit total. La brecha se achica y la solidez del intercambio comercial mexicano se fortalece.

El impulso vino de donde menos se esperaba. Las manufacturas no automotrices crecieron 23.9%, impulsadas por maquinaria, equipo industrial, electrónicos y productos de alta tecnología. El sector automotriz, tradicional emblema de las exportaciones mexicanas, retrocedió 0.2% tras los aranceles estadounidenses de 25% a vehículos y autopartes con bajo contenido regional. 

En los últimos meses, los envíos de maquinaria y equipo especial para industrias diversas aumentaron 76.2%, los de minerometalurgia 12.1%, los eléctricos y electrónicos 9.9%, y los de equipo profesional y científico 8.9%. Esta expansión muestra el cambio de perfil industrial hacia sectores que requieren conocimiento, precisión y tecnología. En términos estratégicos, México se afianza como un socio clave dentro de las cadenas de suministro de América del Norte, favorecido por el nearshoring y la certidumbre del T-MEC.

El panorama energético y agroalimentario ofrece contrastes. Las exportaciones petroleras sumaron 1,667 millones de dólares, sostenidas por un volumen de 653,000 barriles diarios, aunque con un precio promedio de 62.45 dólares por barril, ligeramente menor al del año anterior. En el agro, las exportaciones cayeron 14.5%, arrastradas por la baja en mango, jitomate, aguacate y ganado vacuno, aunque hubo repuntes notables en pescados, mariscos y frutas comestibles. La balanza muestra resiliencia, pero también la urgencia de fortalecer la competitividad agrícola frente a los cambios climáticos y logísticos.

Del lado de las importaciones, la historia es dual. Los bienes de consumo subieron 5.6%, impulsados por la demanda interna; los bienes intermedios avanzaron 19.6%, confirmando la fortaleza industrial; mientras que los bienes de capital retrocedieron 3.2%, un recordatorio de que la inversión productiva aún no despega con la fuerza necesaria. Las empresas mexicanas mantienen su ritmo exportador, pero el freno en inversión sugiere una cautela que podría limitar el crecimiento de mediano plazo.

En este tablero global, México exhibe fortalezas difíciles de replicar. Su integración con Estados Unidos, su red de tratados, la estabilidad del T-MEC y la creciente sofisticación de sus manufacturas le permiten aprovechar el reacomodo global de las cadenas de valor. La cercanía geográfica y la capacidad de producir con contenido estadounidense cercano al 40% lo convierten en un destino natural para empresas que buscan reducir riesgos y costos logísticos. Sin embargo, el país también enfrenta debilidades estructurales que amenazan con frenar su impulso: la baja inversión en infraestructura, los rezagos tecnológicos, la dependencia del ciclo económico estadounidense y la lentitud en modernizar el sector energético.

El contexto internacional le ofrece a México oportunidades únicas. La relocalización productiva derivada de las tensiones entre Estados Unidos y China abre espacio para atraer nuevas inversiones en electrónica, energía limpia, farmacéutica y componentes industriales. El desafío será transformar esa oportunidad en desarrollo sostenible, con políticas que fortalezcan la innovación y la competitividad regional. Las amenazas no son menores: la volatilidad del petróleo, la posible desaceleración global y la incertidumbre política interna podrían alterar el equilibrio que hoy sostiene la confianza empresarial.

México, sin embargo, parece decidido a jugar en una liga más alta. Con un PIB que, según Banxico, la OCDE y el FMI, crecerá entre 0.6% y 1.0% en 2025, el comercio exterior se mantiene como el motor más confiable. La economía mexicana avanza entre la prudencia y la oportunidad, empujada por un tejido industrial que se adapta y evoluciona.

Las cifras de septiembre no solo marcan un récord, sino el comienzo de una nueva etapa: la de un país que, en medio de la incertidumbre global, reafirma su papel como epicentro manufacturero del continente y puente estratégico entre la estabilidad y el crecimiento.

Collaboration: Editorial Auge.

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