Coworking resiste la incertidumbre y proyectan expansión en México

Contratos caen 15% en el primer trimestre, pero el sector proyecta expansión de hasta 8% impulsado por la demanda de modelos más ágiles.
A pesar de un inicio de año marcado por una contracción en la firma de contratos y un entorno incierto por el posible impacto de nuevos aranceles de Estados Unidos a productos mexicanos, el sector de coworkings y oficinas flexibles en México mantiene perspectivas alentadoras para el cierre de 2025.
La proyección de crecimiento, estimada entre 6 y 8% por la Asociación Mexicana de Coworkings (Amxco), se basa en una ocupación promedio de 85%, cifra que supera con claridad la registrada en oficinas tradicionales.
El modelo de oficinas flexibles ha demostrado ser una fortaleza clave en el mercado mexicano. Su capacidad de adaptación ante escenarios cambiantes, con contratos de arrendamiento desde tres meses, ha permitido que empresas de todos tamaños —incluidas multinacionales como PayPal, Netflix y Jellyfish— opten por este tipo de espacios. Esta agilidad resulta especialmente valiosa en un entorno donde las decisiones de largo plazo son percibidas con mayor riesgo.
Para muchas compañías, la flexibilidad operativa ha pasado de ser una conveniencia a convertirse en una estrategia de negocio.
No obstante, el primer trimestre de 2025 reflejó una ralentización. La firma de nuevos contratos cayó entre 13 y 15% respecto a lo previsto, lo que expuso una de las debilidades del sector: su alta sensibilidad a la percepción económica y a las decisiones externas.
La imposición de tarifas comerciales por parte de Estados Unidos y la falta de claridad sobre su alcance inmediato llevaron a muchas empresas a posponer decisiones.
La oportunidad de crecimiento para el coworking en México sigue siendo amplia. La reconfiguración de cadenas de suministro globales a través del nearshoring ha traído consigo una mayor demanda de espacios para empresas que instalan operaciones en el país.
A pesar de las tensiones comerciales, este fenómeno no ha perdido tracción, especialmente en ciudades como Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México, donde la ocupación de oficinas flexibles se mantiene en niveles altos. En estas zonas, las firmas tecnológicas, fintechs y entidades financieras no bancarias son los principales usuarios, lo que confirma el atractivo del modelo para sectores con alta capacidad de expansión y rotación de talento.
El dinamismo tecnológico es otra ventaja estructural para el sector. El perfil digital de muchas empresas usuarias permite operar con equipos móviles, enfocados en resultados y menos atados a una ubicación física permanente.
En este contexto, el coworking se posiciona como una solución eficiente, moderna y rentable. Los ajustes en precios de renta, que han superado la inflación en los últimos años, ofrecen además una señal positiva para los operadores, consolidando un modelo de negocio que ha demostrado capacidad de crecimiento incluso en etapas de contracción económica.
Sin embargo, las empresas ahora tienen la posibilidad de dejar construir un edificio propio o firmar contratos a 10 años para sus oficinas. La prioridad ahora es contar con espacios donde las operaciones puedan ajustarse sin penalizaciones, sin rigidez y sin compromisos innecesarios.
The coworking ha dejado de ser una alternativa secundaria para consolidarse como una pieza estratégica dentro de las decisiones inmobiliarias de las empresas. Aun en medio de desafíos macroeconómicos, su crecimiento constante confirma que los modelos tradicionales ya no responden a las necesidades del mercado actual. La evolución de este sector refleja no solo una adaptación, sino una reconfiguración profunda de cómo se entiende hoy el espacio de trabajo en México.
Collaboration: Editorial Auge.