México registra superávit en cuenta corriente
México cerró el tercer trimestre con un superávit en cuenta corriente de 2,325 MDD, equivalente al 0.5% del PIB.
México cerró el tercer trimestre con un giro inesperado en su historia económica reciente. En un momento donde las tensiones globales y la desaceleración internacional parecían imponer límites claros, el país logró un superávit en su cuenta corriente de 2,325 millones de dólares, equivalente al 0.5 por ciento del PIB, según datos del Banco de México.
La cifra sorprendió no solo porque rompe la racha de dos trimestres consecutivos con déficit, sino porque reconfigura la narrativa sobre la fortaleza del sector externo. Hace apenas un año, en el mismo periodo, la balanza había mostrado un déficit de 2,042 millones de dólares. Hoy el dato se lee como una señal de que algo se está moviendo en las entrañas del comercio mexicano.
El resultado se entiende mejor si se observa la evolución de la balanza de pagos. El crecimiento del saldo de mercancías no petroleras aportó 2,289 millones de dólares y volvió a demostrar que la maquinaria exportadora de México conserva un impulso singular en la región. La reducción en el déficit de ingreso primario reforzó el avance y permitió compensar un escenario menos favorable en servicios y un ritmo más moderado en remesas.
El sector manufacturero, profundamente integrado a las cadenas de valor norteamericanas, sigue siendo una de las mayores fortalezas del país.
En momentos donde el comercio global enfrenta fricciones y ajustes, México aparece como un actor que no solo resiste sino que expande su margen de maniobra.
La fotografía se matiza cuando se observa el contexto global. Tensiones comerciales, un menor ritmo de crecimiento en economías avanzadas y emergentes y señales de incertidumbre sobre Estados Unidos conforman un entorno que amenaza la estabilidad de cualquier país dependiente del comercio exterior. Aun así, el relajamiento de las condiciones financieras internacionales y la expectativa de una postura menos restrictiva de la Reserva Federal generaron un mayor apetito por riesgo, creando un momento de oportunidad del que México supo beneficiarse.
El reacomodo global de las cadenas de suministro también abre puertas que podrían consolidar al país como destino de inversión estratégica, siempre que la certidumbre interna acompañe ese proceso.
Pero mientras el sector externo avanza, la cuenta financiera revela un fenómeno que obliga a mirar hacia dentro. México registró un préstamo neto al resto del mundo por 3,245 millones de dólares, junto con un aumento en reservas internacionales de 6,805 millones. De forma paralela, inversionistas mexicanos llevan diez trimestres consecutivos enviando capital productivo al exterior. Son más de 20,134 millones de dólares colocados fuera del país desde 2023. Esta tendencia refleja una debilidad estructural que trasciende los ciclos económicos y se arraiga en la percepción de incertidumbre regulatoria y en los efectos de reformas institucionales que, según expertos, han reducido el apetito de inversión local. La salida de capital funciona como un recordatorio silencioso de que la confianza empresarial es un activo que debe cultivarse cada día.
Aun así, la economía mexicana también muestra señales de apertura en áreas estratégicas. Sectores como el farmacéutico están atrayendo a empresas nacionales que buscan oportunidades globales y encuentran espacio para crecer. Este tipo de movimientos abre posibilidades para que otros segmentos aprovechen las ventanas que se están formando, siempre que el país sea capaz de asegurar un marco regulatorio estable y predecible. En este equilibrio entre impulso exportador y cautela inversionista se juega una parte sustancial del rumbo económico de los próximos años.
El trimestre cierra con México situado en un punto singular. Por un lado, un sector externo que se fortalece y marca un contraste notable con el desempeño del año pasado. Por el otro, un entorno interno que exige claridad, certidumbre y decisiones que inspiren confianza a quienes invierten. La economía mexicana transita un momento histórico en el que la solidez exportadora abre posibilidades, pero solo un entorno institucional robusto podrá convertirlas en crecimiento sostenido.
El país avanza entre oportunidades y desafíos que conviven en un mismo escenario. La forma en que se escriban los próximos capítulos definirá si este superávit es solo un respiro estadístico o el preludio de una transformación más profunda.
Collaboration: Editorial Auge.