México y Canadá preparan alianza estratégica y refuerzan el T-MEC

Los mandatarios de ambos países acordaron una Asociación Estratégica Integral y un plan bilateral 2025-2028, con ejes en prosperidad, seguridad, sostenibilidad e inclusión.
En Palacio Nacional, bajo la mirada de cámaras y con un mensaje que buscaba trascender la coyuntura, Claudia Sheinbaum y Mark Carney marcaron el inicio de una nueva etapa en la relación entre México y Canadá.
No se trató de una reunión diplomática más, sino de la presentación de una hoja de ruta que pretende redefinir la manera en que ambos países se relacionan con el mundo y, en particular, con la potencia que completa el triángulo de América del Norte: Estados Unidos. El lanzamiento del Plan de Acción México-Canadá 2025-2028 y la defensa conjunta del T-MEC enviaron una señal inequívoca a inversionistas y empresas de que la región apuesta por blindar su competitividad en tiempos de incertidumbre global.
El plan, estructurado en torno a prosperidad, movilidad e inclusión, seguridad y sostenibilidad, apunta a proyectos tangibles con impacto económico directo. Habrá inversiones en puertos, corredores ferroviarios y energéticos; cooperación en agricultura y salud; y un refuerzo de capacidades frente al crimen transnacional y los riesgos climáticos.
Canadá acompañó este anuncio con recursos inmediatos: 5.5 millones de dólares para fortalecer la integración de migrantes en México y 4.4 millones de dólares para la lucha contra el tráfico de fentanilo. Cada cifra busca transmitir un mensaje de acción, no de promesa.
En el corazón de la conversación estuvo el T-MEC. Tanto Sheinbaum como Carney lo describieron como la columna vertebral de la región, un acuerdo que no solo abre mercados sino que ofrece certidumbre a largo plazo. La próxima revisión, en lugar de un riesgo, fue presentada como una oportunidad para modernizarlo y adaptarlo a las nuevas realidades productivas. No se esquivaron los problemas: los aranceles impuestos por Washington al acero y al sector automotriz pesan sobre la mesa. Sin embargo, la narrativa fue clara. México y Canadá siguen sosteniendo su lugar en la cadena integrada de América del Norte, en particular en la industria automotriz donde la interdependencia es ya imposible de desarticular.
El trasfondo empresarial revela una historia de fortalezas que se multiplican cuando los países caminan juntos. México encuentra en Canadá un socio que comparte visión en infraestructura, energía y manufactura, además de respaldo en seguridad y migración. Esa convergencia amplía la capacidad mexicana de atraer inversión en sectores estratégicos y de insertarse en las cadenas de valor que están reconfigurando el mapa global. Las oportunidades son evidentes: capital canadiense para proyectos verdes, apertura de mercados agrícolas, impulso a la relocalización productiva y una posición más sólida frente a Estados Unidos en la mesa de revisión del T-MEC.
Aun así, los desafíos no desaparecen. Los aranceles al acero y la presión sobre la industria automotriz exponen debilidades estructurales que México aún debe corregir. Persisten rezagos en innovación y competitividad que limitan su capacidad para capitalizar el momento. Y las amenazas externas, desde tensiones comerciales con Washington hasta la disputa global por inversiones en energías limpias, imponen un terreno de juego donde no basta con firmar acuerdos, sino demostrar resultados.
Lo que queda después de este encuentro es la sensación de que se está escribiendo un nuevo capítulo en la historia económica de América del Norte. Para México, la alianza estratégica con Canadá no es solo diplomacia, es una apuesta de alto calibre para transformar acuerdos en oportunidades reales de crecimiento.
El lector que hoy observa este movimiento puede estar presenciando el inicio de una etapa donde la región deje de reaccionar a las fuerzas externas y comience a marcar el ritmo de la competitividad global. En esta narrativa, México se coloca en el centro de la historia, con la oportunidad de convertir la cooperación en motor y la incertidumbre en ventaja.
Collaboration: Editorial Auge.