Los estados más competitivos de México en 2025

La Ciudad de México se consolida como la entidad federativa más competitiva del país, según el Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2025, elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
La capital no solo encabeza el listado nacional, sino que es la única entidad que alcanzó una calificación de “muy alta competitividad”, lo que marca una diferencia estructural respecto a las demás.
Este índice analiza a las 32 entidades mexicanas bajo distintos indicadores clave, como desempeño económico, acceso a conectividad, infraestructura, entorno para la innovación, eficiencia gubernamental, apertura internacional y Estado de derecho. El objetivo es ofrecer una visión integral que permita entender qué condiciones favorecen la atracción de inversiones, el desarrollo empresarial y la generación de empleo.
La Ciudad de México lidera este ranking por su papel como centro administrativo y financiero del país. Su infraestructura urbana, conectividad global, alta concentración de talento especializado y diversidad económica crean un entorno favorable para el crecimiento de negocios nacionales e internacionales.
Esta ventaja se refleja también en su capacidad para atraer industrias creativas, tecnológicas, financieras y de servicios avanzados, consolidándose como una plataforma estratégica para la innovación. Sin embargo, esta posición también implica riesgos. El alto grado de centralización económica puede traducirse en vulnerabilidades en momentos de crisis, así como en desequilibrios frente a otras regiones que requieren mayor atención institucional y recursos para desarrollar sus propias capacidades.
En segundo plano, el índice señala a otras entidades que destacan por su competitividad: Baja California Sur, Nuevo León, Jalisco, Aguascalientes y Querétaro.
Cada una ha logrado posicionarse a partir de ventajas específicas. Baja California Sur, por ejemplo, sobresale por su desempeño ambiental y condiciones de calidad de vida; Nuevo León se mantiene como un centro industrial clave con fuerte vocación exportadora; Jalisco avanza con fuerza en tecnología e innovación; mientras que Aguascalientes y Querétaro, con gobiernos estables y políticas públicas eficientes, han construido ecosistemas industriales sólidos, particularmente en los sectores automotriz y aeroespacial.
Esta diversidad territorial de fortalezas confirma que el dinamismo económico mexicano no se limita a una sola región y que distintas entidades pueden consolidarse como polos estratégicos para industrias específicas.
Desde una visión empresarial, este panorama permite identificar con mayor claridad dónde están las oportunidades de expansión, qué zonas ofrecen condiciones más competitivas para operar y cuáles presentan riesgos que deben ser gestionados.
A pesar de estos avances, el mercado mexicano también enfrenta retos estructurales que limitan su potencial competitivo. Entre ellos destacan la persistencia de inseguridad en ciertas regiones, la desigualdad en la calidad de los servicios públicos, la falta de conectividad digital en zonas rurales y la incertidumbre regulatoria en sectores clave. Estos factores pueden inhibir la llegada de nuevas inversiones o limitar el crecimiento de empresas ya establecidas.
Por otro lado, el entorno actual también presenta oportunidades significativas. La relocalización de cadenas de suministro globales, derivada del nearshoring, ha abierto una ventana de posibilidades para que México se consolide como una alternativa confiable y competitiva frente a otros países.
La cercanía con Estados Unidos, los tratados comerciales vigentes y el bono demográfico en formación representan condiciones únicas que pueden ser aprovechadas si se articulan con políticas públicas adecuadas, inversión en infraestructura y una estrategia clara de desarrollo regional.
Estos resultados permiten reconocer avances importantes, pero también hacen evidente la urgencia de cerrar brechas territoriales. México cuenta con regiones que ya compiten a nivel internacional, pero también con otras que requieren un enfoque integral para mejorar sus condiciones básicas. Para las empresas, conocer este panorama no es solo un ejercicio estadístico, sino una herramienta de planeación estratégica que permite tomar decisiones con visión de largo plazo.
Collaboration: Editorial Auge.