México se consolida como potencia automotriz

Con más de 4.2 millones de vehículos ensamblados en 2024, México alcanzó el quinto lugar mundial en producción automotriz, superando a Corea del Sur y Alemania.

De acuerdo con cifras de la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos (OICA), el país produjo 4 millones 202,642 vehículos durante el año, lo que representó un crecimiento anual del 5 % y lo colocó en el quinto lugar mundial en volumen de ensamblaje de automóviles. Esta posición implicó un avance de dos lugares respecto al ranking anterior, superando a Corea del Sur y Alemania.

Este resultado confirma una tendencia sostenida de crecimiento en la fabricación de vehículos en el país, tanto en el segmento de autos ligeros como en el de unidades de carga. La capacidad instalada, la experiencia acumulada de la fuerza laboral y la cercanía con los principales centros de consumo de América del Norte han sido factores clave en este desempeño. 

La estabilidad de la industria local, con un ecosistema maduro de proveedores, infraestructura logística avanzada y tratados comerciales vigentes, refuerza el atractivo del país como centro de manufactura.

Este avance se registró a pesar de una coyuntura global compleja, marcada por la contracción en la producción automotriz de otros países norteamericanos como Estados Unidos y Canadá. En contraste, México logró no solo mantener su nivel de actividad industrial, sino incrementarlo, reafirmando su papel estratégico como plataforma de manufactura para Norteamérica y otros mercados internacionales.

En este contexto, las oportunidades se amplían para seguir atrayendo inversión extranjera directa, impulsar procesos de relocalización industrial y acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías asociadas a la movilidad eléctrica, la automatización y la sustentabilidad.

Sin embargo, el posicionamiento de México en el top cinco también plantea retos importantes. La dependencia de las exportaciones hacia mercados específicos, la incertidumbre en torno a futuras disposiciones comerciales y los desafíos internos en materia de energía, seguridad y certidumbre jurídica podrían convertirse en factores limitantes si no se abordan de manera oportuna. La competencia internacional es cada vez más intensa y la transformación tecnológica del sector exige una capacidad constante de adaptación e innovación.

Desde la perspectiva empresarial, el balance actual es positivo. México ha demostrado no solo competitividad en costos, sino también consistencia operativa y capacidad de respuesta ante entornos cambiantes. Este momento puede ser un punto de inflexión para reforzar el liderazgo regional, escalar en la cadena de valor y ampliar la participación del país en segmentos de alto valor agregado.

Collaboration: Editorial Auge.

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