México rompe récord de inversión extranjera

La Inversión Extranjera Directa alcanzó 40 mil 906 millones de dólares de enero a septiembre, un crecimiento anual de 14.5%.

México alcanzó 40,906 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa durante los primeros tres trimestres de 2025, un máximo histórico que supera toda expectativa y marca un punto de inflexión para el atractivo empresarial del país. No se trata de anuncios futuros ni de intenciones pendientes. Es capital ejecutado, asentado en estados financieros y convertido en expansión real.

El resultado se sostiene en tres pilares. El primero son las nuevas inversiones, que crecieron 218.6 por ciento hasta alcanzar 6,563 millones de dólares. Tras dos años de cifras discretas, este repunte devuelve a este componente su peso estratégico dentro de la economía y evidencia que México vuelve a estar en la mira de empresas que buscan instalar operaciones desde cero, ampliar plantas o adquirir participación en compañías locales. Este impulso se alimenta de las fortalezas estructurales del país, como su acceso privilegiado a Norteamérica, su mercado interno en transformación y la red de acuerdos que facilita la entrada a diversos destinos. Pero también se entrelaza con una oportunidad histórica: el reacomodo global de cadenas de suministro que empuja a corporativos de todo el mundo a reconfigurar dónde producen y distribuyen.

El segundo pilar es la reinversión de utilidades, que cayó 9.7 por ciento para ubicarse en 27,749 millones de dólares. Es una señal que combina matices. Por un lado, muestra que algunas empresas están recomponiendo estrategias financieras o repatriando dividendos en medio de un entorno internacional volátil. Por otro, deja ver una debilidad persistente: México necesita reforzar certidumbre regulatoria, infraestructura logística y condiciones energéticas para garantizar que las multinacionales se inclinen de manera más constante por reinvertir recursos en el país. Al mismo tiempo, la caída recuerda una amenaza latente. Las decisiones de reinversión pueden verse afectadas por tensiones comerciales, ciclos corporativos o presiones cambiarias que se originan fuera del país, lo que obliga a las empresas mexicanas a adaptarse a un entorno que puede cambiar con rapidez.

El tercer componente, las cuentas entre compañías, aumentó 125 por ciento y sumaron 6,593 millones de dólares. Este comportamiento revela un dinamismo financiero dentro de los conglomerados globales instalados en México. Al mismo tiempo, expone un lado vulnerable. Estos flujos dependen de estructuras corporativas transnacionales susceptibles a políticas fiscales internacionales, cambios regulatorios o reacomodos internos que pueden modificar de manera brusca su comportamiento. Así, México avanza en la captación de capital, pero también enfrenta la amenaza de volatilidades externas que pueden alterar la dirección de los recursos.

Japón, Países Bajos y Canadá completan el grupo de países que concentran más de 70 por ciento de los flujos. Esta concentración es una fortaleza que refleja confianza de mercados maduros y altamente competitivos, pero también una advertencia sobre el riesgo de depender de pocos orígenes en un contexto global sometido a tensiones políticas y comerciales.

En el mapa interno, la Ciudad de México volvió a colocarse en el centro del tablero con 55.8 por ciento de la inversión total. Nuevo León, impulsado por la ola de nearshoring, registró un crecimiento de 162 por ciento, consolidándose como uno de los polos industriales más dinámicos de América del Norte. El Estado de México también avanzó con fuerza, con un 22% más que el mismo periodo del año anterior.

Este comportamiento confirma que la infraestructura, el talento y la escala empresarial siguen siendo ventajas claras, aunque al mismo tiempo dejan en evidencia una debilidad estructural. El crecimiento está ocurriendo principalmente en zonas ya consolidadas, mientras que otras regiones continúan rezagadas y dejan sin aprovechar oportunidades para atraer proyectos de mayor complejidad.

En sectores económicos, la manufactura mantuvo su liderazgo con 37.1 por ciento de los flujos, a pesar de una caída de 21.7 por ciento. El retroceso refleja desafíos como la transformación tecnológica, los costos logísticos y la creciente competencia global. No obstante, sigue siendo una de las fortalezas más profundas del país gracias a su integración regional y su sólida vocación exportadora. Los servicios financieros, en cambio, brillaron con una expansión de 87 por ciento y una participación de 25.1 por ciento, posicionando al país como un hub regional que está atrayendo bancos, aseguradoras y plataformas tecnológicas. La construcción mostró una recuperación espectacular con 209 por ciento de crecimiento después de un año negativo, impulsada por la edificación de nuevas plantas industriales, centros de distribución y proyectos corporativos que están transformando el paisaje económico.

En su mensaje, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, subrayó que el crecimiento de la IED superó las previsiones incluso con la entrada en vigor de nuevos aranceles y un entorno internacional de constante fricción.

Sus declaraciones coinciden con una realidad que ya se percibe en indicadores de exportación y en la expansión de diversos sectores que están apuntalando la competitividad del país.

Aun así, las amenazas externas se mantienen. Las elecciones en Estados Unidos, las tensiones geopolíticas, la presión sobre las cadenas de valor y los ajustes regulatorios del T-MEC serán factores decisivos en el comportamiento futuro de la inversión.

Mientras México suma capital y oportunidades, la pregunta que recorre los pasillos corporativos es si el país logrará transformar este récord en un ciclo sostenido y profundo. El momento es histórico no solo por las cifras, sino por lo que representan. México se encuentra en una encrucijada en la que convergen fortalezas que lo hacen competitivo, oportunidades que rara vez se alinean, debilidades que deben atenderse con urgencia y amenazas que obligan a moverse con estrategia. El país está frente a un punto de aceleración que puede redefinir su posición en el mapa económico global. Y en medio de este escenario, empresarios, inversionistas y gobiernos observan cómo se escribe una nueva etapa cuyo desenlace dependerá de la capacidad de convertir este récord en una plataforma duradera de crecimiento.

Colaboración: Editorial Auge.

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