México avanza hacia una nueva era digital con centros de datos
El Auge de la inteligencia artificial, valuado en 3 mil 700 millones de dólares, eleva la demanda sobre los centros de datos en el país.
México avanza aceleradamente hacia una nueva era digital. La inteligencia artificial, que este año alcanza un valor de 3,700 millones de dólares, ya no es una promesa lejana sino una fuerza que redefine cómo operan las empresas, cómo se mueven los servicios y cómo fluye la economía.
En el corazón de esta transformación laten los centros de datos, silenciosos pero imprescindibles, que sostienen desde transacciones financieras hasta operaciones logísticas y plataformas que mueven millones de usuarios cada día. En ellos se juega una parte crucial del futuro tecnológico del país.
Hoy, México cuenta con 1,269 MW de capacidad instalada en data centers y se posiciona como el segundo mercado más grande de América Latina. Esta solidez no es casualidad. Refleja años de inversión, especialización técnica y una creciente confianza del sector privado.
Esa base se ha convertido en una fortaleza que permite al país competir por proyectos que antes parecían reservados para economías más avanzadas.
Sin embargo, el ritmo del crecimiento tecnológico se ha acelerado tanto que las luces de alerta comenzaron a encenderse. La infraestructura eléctrica nacional, esencial para sostener la operación ininterrumpida de los centros de datos, se está quedando atrás. Aunque existen regiones con avances importantes, la demanda de energía avanza con mucha más rapidez que la expansión del sistema eléctrico. Ahí aparece una debilidad que podría frenar proyectos millonarios si no se atiende a tiempo.
Durante un foro organizado por la constructora Gaya, especialistas coincidieron en que México vive un punto de inflexión. Los centros de datos no solo representan una industria en expansión sino una oportunidad económica sin precedentes.
Las proyecciones estiman que la inversión directa alcanzará los 9,200 millones de dólares hacia 2029 y que la inversión indirecta superará los 27,500 millones. Estas cifras muestran el enorme potencial para detonar cadenas de valor en construcción, manufactura especializada, telecomunicaciones y servicios avanzados.
Aun así, esta oportunidad viene acompañada de riesgos que el país no puede ignorar. La falta de energía confiable, junto con la velocidad a la que avanza la IA, podría convertirse en una amenaza si los inversionistas perciben que México no cuenta con las condiciones necesarias para escalar infraestructura crítica.
Fernando Velasco, director general de Generac México, advirtió que el crecimiento de la inteligencia artificial está creando presiones históricas sobre la infraestructura energética. La IA y sus modelos de cómputo intensivo elevan la demanda de energía por rack, exigen refrigeración más avanzada y requieren densidades de potencia que ya superan los estándares tradicionales. Se estima que, a nivel global, el consumo energético de estas tecnologías podría llegar a 1,000 TWh para 2030. Esta presión es una señal clara de que los países que logren adaptar su infraestructura eléctrica serán los que capten las mayores inversiones de la economía digital.
El mercado mexicano de inteligencia artificial, según Statista Market Insights, se consolida como uno de los más dinámicos de la región. Esa vitalidad crea una oportunidad única para posicionar al país como un hub tecnológico en América Latina. Pero también revela el tamaño del desafío. La sustentabilidad, la eficiencia energética y la disponibilidad de energía se están convirtiendo en factores decisivos para atraer o perder inversiones. Si México consigue fortalecer su red eléctrica, incorporar energías limpias y establecer incentivos que faciliten el desarrollo de infraestructura más eficiente, podría transformar un punto débil en una ventaja competitiva que pocos países de la región pueden ofrecer.
Al mismo tiempo, México enfrenta amenazas externas que compiten por el mismo tipo de inversión. Brasil, Chile y Colombia avanzan con políticas más agresivas para atraer centros de datos e infraestructura de IA. A esto se suman los riesgos internos como regulaciones cambiantes, limitaciones técnicas y la necesidad de mayor claridad y coordinación en materia energética. En un entorno global donde las empresas buscan destinos seguros, escalar infraestructura crítica solo es viable cuando la disponibilidad de energía está garantizada.
Aun así, pocas veces México ha estado tan cerca de un salto tecnológico de alto impacto. El talento del país, su ubicación estratégica, su velocidad de adopción digital y la fuerza de su mercado interno son fortalezas que se vuelven más visibles frente al avance global de la IA. Con la inversión adecuada y una modernización energética decidida, México podría consolidarse en esta década como un nodo tecnológico fundamental para la región.
La historia está en pleno desarrollo. Empresas, gobiernos e inversionistas observan con atención el rumbo que tome la infraestructura energética del país. De ella dependerá si México se convierte en protagonista de la economía digital o si permite que otros mercados tomen la delantera. Hoy, la oportunidad es real y el reloj ya está corriendo.
Colaboración: Editorial Auge.