México se consolida como un imán para la inversión inmobiliaria extranjera

En 2024, más de 40 mil propiedades fueron adquiridas por extranjeros, de los cuales 65% son estadounidenses.

En los últimos años, México se ha convertido en un escenario clave para el capital extranjero que busca estabilidad, rentabilidad y expansión. La escena inmobiliaria nacional vive un momento que muchos califican como histórico: más de 40 mil propiedades fueron adquiridas por extranjeros durante 2024, de acuerdo con Realty One Baja & Pacific. 

La cifra equivale a cerca del 10% de las 400,000 operaciones anuales registradas en el país y confirma una tendencia que ya redefine la relación económica con Estados Unidos.

Cerca del 65% de los compradores internacionales provienen del mercado estadounidense, un dato que habla tanto de la confianza como de la cercanía entre ambos países. 

En plataformas internacionales, el interés estadounidense es aún más evidente: el 98% de las búsquedas en Tijuana y el 87% en Monterrey provienen de usuarios al norte de la frontera. Este comportamiento refleja un fenómeno mayor que trasciende la compra de vivienda y se vincula con la reconfiguración industrial y económica impulsada por el nearshoring.

La relación inmobiliaria entre México y Estados Unidos ha tomado un carácter de doble vía. Según la National Association of Realtors, entre abril de 2024 y marzo de 2025 los compradores extranjeros adquirieron 78,100 viviendas en Estados Unidos, con un valor total de 56,000 millones de dólares. México figura en el tercer lugar por monto de inversión, solo detrás de China y Canadá. Texas concentra el 40% del capital mexicano, seguido por California y Arizona, estados donde la comunidad mexicana y la expansión empresarial fortalecen los lazos inmobiliarios.

El Auge del mercado mexicano se apoya en fundamentos sólidos. La estabilidad macroeconómica, los costos competitivos, la madurez del sector turístico y el crecimiento industrial derivado del nearshoring se han convertido en motores que sostienen la demanda.

Solo en 2024, la ocupación de naves y parques industriales superó los 2 millones de metros cuadrados, lo que detonó una ola de inversión en vivienda y servicios en el norte del país. La fortaleza de esta integración entre industria y desarrollo urbano ha transformado ciudades que antes dependían de un solo sector en polos diversificados de actividad económica.

Sin embargo, el crecimiento acelerado también revela vulnerabilidades. Siete de cada diez operaciones inmobiliarias en México se concretan por recomendación personal, lo que pone de relieve la necesidad de profesionalizar el mercado. Persisten desafíos regulatorios entre estados, rezagos en la digitalización de los procesos y una dependencia de factores externos como las tasas de interés de Estados Unidos o la volatilidad del tipo de cambio.

Aun con esas debilidades, las oportunidades son amplias. México puede atraer más capital institucional hacia proyectos sostenibles, vivienda media y desarrollos turísticos de nueva generación. El auge de los nómadas digitales, la inversión en infraestructura urbana y el crecimiento de ciudades intermedias amplían el horizonte de expansión del sector.

El país se encuentra en un punto decisivo. Su capacidad para mantener la confianza de los inversionistas y elevar los estándares del sector será determinante para consolidar su posición en la región.

Hoy, el mercado inmobiliario mexicano no solo refleja un Auge económico, sino también una transformación estructural. Lo que comenzó como una tendencia de inversión se ha convertido en una nueva etapa de integración entre México y Estados Unidos, donde el flujo de capital, talento y oportunidades redefine las fronteras del desarrollo. En esta convergencia histórica, México no solo es destino, sino también protagonista de un cambio que está dando forma al futuro inmobiliario de América del Norte.

Colaboración: Editorial Auge.

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