Meta avanza hacia una superinteligencia personal

Meta ha reforzado su estrategia en inteligencia artificial con un objetivo de gran alcance: desarrollar una superinteligencia personal disponible para todos los usuarios, diseñada para impulsar metas individuales y mejorar la vida cotidiana.
Mark Zuckerberg, CEO de la compañía, ha señalado que las gafas inteligentes serán el dispositivo central para esta nueva etapa tecnológica, considerándolas el principal “wearable” informático del futuro.
El plan avanza con el trabajo de Superintelligence Labs, un equipo integrado por talento proveniente de Scale AI, GitHub, OpenAI, Anthropic y Google, con el propósito de alcanzar un nivel de IA general capaz de igualar la inteligencia humana en diversas tareas.
El anuncio se produjo en el marco de la presentación de resultados del segundo trimestre de 2025, en la que Meta reportó ingresos por 47.500 millones de dólares, un 22 % más que en el mismo periodo del año anterior.
Zuckerberg afirmó que sus sistemas de IA han mostrado mejoras sostenidas y que la llegada de la superinteligencia ya se vislumbra. Su enfoque es que esta tecnología sea profundamente personalizada, capaz de comprender los objetivos de cada usuario y apoyarlos en su cumplimiento, y que las gafas inteligentes, al poder ver, escuchar e interactuar en tiempo real, serán el canal ideal para esta experiencia. Actualmente, Meta ya cuenta con modelos como Ray-Ban Meta y Oakley Meta, y el directivo advirtió que quienes no utilicen este tipo de dispositivos en el futuro podrían enfrentar una desventaja cognitiva significativa.
La visión de Meta se distancia de la de otros actores que priorizan la automatización y la sustitución de empleos. Zuckerberg propone que la superinteligencia sirva para empoderar a las personas y orientar su uso hacia lo que valoren en sus vidas, aunque reconoce que su despliegue implicará retos de seguridad que deberán gestionarse con rigor, especialmente en lo relativo a la publicación de código abierto.
En paralelo, la compañía informó que la IA ya ha incrementado el tiempo de uso en sus redes sociales, alcanzando casi 3.500 millones de usuarios diarios y logrando, en el último trimestre, aumentos del 5 % en Facebook y del 6 % en Instagram gracias a mejoras en sus sistemas de recomendación.
Para sustentar estos avances, Meta planea duplicar su inversión en infraestructura de IA, con gastos de capital estimados entre 66.000 y 72.000 millones de dólares en 2025, unos 30.000 millones más que el año anterior, y continuar este crecimiento en 2026. Entre sus proyectos destaca el centro de datos Prometheus, con capacidad superior a un gigavatio, previsto para entrar en operación en 2026.
Para México, la llegada de este tipo de tecnologías presenta un escenario con múltiples ángulos. Entre las fortalezas, destaca la creciente adopción de dispositivos inteligentes y la alta penetración de redes sociales, que facilitarían la entrada de una superinteligencia personal.
El país cuenta con un ecosistema de desarrolladores y empresas tecnológicas que podrían integrarse a la cadena de valor, desde servicios de software hasta comercio electrónico adaptado a este nuevo entorno. En cuanto a oportunidades, la posibilidad de que las gafas inteligentes se conviertan en una herramienta de trabajo y productividad abre espacios para sectores como educación, salud, diseño y entretenimiento, además de estimular la creación de nuevos modelos de negocio basados en experiencias inmersivas y personalizadas.
Sin embargo, también existen debilidades que podrían ralentizar su adopción, como la desigualdad en el acceso a infraestructura digital, los costos iniciales de estos dispositivos y la brecha de habilidades tecnológicas en algunos segmentos de la población. A ello se suman amenazas vinculadas a la ciberseguridad, la protección de datos personales y la necesidad de marcos regulatorios actualizados que garanticen un uso responsable de la IA en entornos personales y laborales.
En este contexto, la estrategia de Meta no solo redefine la competencia tecnológica global, sino que abre un nuevo campo de posibilidades y desafíos para el mercado mexicano. El éxito dependerá de la capacidad para integrar esta superinteligencia personal en el día a día de los usuarios y de que el ecosistema empresarial y regulatorio pueda acompañar el ritmo de una innovación que avanza con velocidad inédita. El resto de la década será decisivo para determinar si estas herramientas se convierten en motores de productividad y bienestar o si sus beneficios se concentran en mercados con mayor madurez tecnológica.
Colaboración: Editorial Auge.